Menú
Lucrecio

¿Por qué tanto miedo?

Lo que Fernando Múgica narraba, en El Mundo del domingo, acerca del atentado del 11 de marzo se parece demasiado a eso que Gabriel Naudé lo tipificara, en sus Consideraciones políticas sobre los golpes de Estado del año 1639: “Relámpago que cae sin que el previo rodar del trueno haya sido escuchado entre las nubes… Ejecución que precede a la sentencia… Todo ello consumado en la noche y en las sombras, entre bruma y tinieblas”. Si los datos publicados por diario madrileño no mienten, nadie en este país debería sentirse ni remotamente seguro. De nada. Ni de nadie.
 
Dudo de que lleguemos a conocer jamás las claves de ese universo de sombras y sospechas, cuyo catálogo Múgica va desgranando ante nosotros. El lector siente un escalofrío al recorrerlo. Por lo que cuenta y, más aún, por lo que la lógica exige suponer tras lo que cuenta. Sabe el lector que, sólo con que una parte de esas sospechas fuera confirmada, el horizonte abierto ante este país sería el de una catástrofe para la cual no es fácil hallar precedente en su historia moderna.
 
¿Hubo, de verdad, una célula clandestina de la policía, bloqueando la investigación y pasando falsas informaciones al Gobierno y auténticas a la oposición? ¿Hizo alguien uso de esa información para atizar el mayor pánico ciudadano del último medio siglo en España? ¿Es posible que un Ejecutivo sea premeditadamente saboteado por una parte de la élite de sus fuerzas de seguridad sin que nadie pague por ello?
 
No hay, hoy por hoy, manera de atisbar detrás del muro de la bruma y la tiniebla con la que los tres días que van del 11 al 14 de marzo están cubiertos. Y quizá lo más aterrador es el silencio de los perjudicados. La impotencia de un PP que ni siquiera quiere mirar de frente lo sucedido y llamarlo por su nombre; de un PP que calla y acepta su crepuscular destino de perder sin dar batalla.
 
¿Por qué tanto miedo?
 
Habrá que releer a Gabriel Naudé.

En España

    0
    comentarios