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EDITORIAL

Rechazar la mentira nunca es estéril

La correcta intervención de Rajoy en el pleno del Congreso, que ha debatido la retirada de tropas de Irak, ha servido, al menos, para dejar constancia de que el principal partido de la oposición no se ha plegado a las mentiras que han sido aupadas a verdad oficial respecto a lo que fue la intervención militar que puso fin a las más sanguinaria dictadura de Oriente Medio y, sobre todo, respecto a la presencia de unas tropas que tratan de lograr que el terrorismo y el fanatismo islámico no impidan en Irak la transición a un régimen lo más parecido a la democracia que haya conocido nunca un país musulmán.
 
Aunque se ha explayado más en cuestiones de forma, Rajoy no ha eludido hacer referencia a cuestiones de fondo como es que esta retirada, que tanto respalda la nueva mayoría del congreso, la celebra también terroristas como los de "Hamas o Ben Laden" o regímenes tan liberticidas como el venezolano o el cubano. En realidad, la decisión la celebran todas las organizaciones terroristas del mundo, incluida ETA. El candidato popular también ha señalado la insolidaridad que conlleva esta decisión respecto a la treintena de países —entre ellos, la mayor parte de los europeos— que tienen destacadas tropas en Irak.
 
El dirigente popular, sin embargo, más que la insolidaridad con el pueblo iraquí y la comunidad internacional, ha incidido sobre todo en denunciar los engaños de ZP en su sesión de investidura donde silenció su decisión —conocida dos días más tarde y sin que aun se hubiera celebrado siquiera la primera reunión del Consejo de Ministros— que el regreso de las tropas no se produciría en junio, sino que sería de inmediato y sin esperar a ninguna nueva resolución de la ONU.
 
En cualquier caso, Irak no va a dejar de ser una batalla contra el terrorismo islámico por mucho que la mentira se haya instalado en la opinión pública de nuestro país y por mucho que la nueva mayoría del Congreso la secunde. Occidente no va a dejar de vivir una encrucijda histórica, ni este asunto dejará de gravitar sobre futuras consultas electorales porque en España se quiera pasar página a la etapa de Aznar. Eso mejor que nadie lo debe saber su sucesor al frente del PP y los pocos medios de comunicación que le apoyan.

En España

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