Estaríamos apañados si, para sustituir al ayudante de Alex Ferguson, alguien del Real Madrid hubiera sopesado la posibilidad de traerse al intérprete de Bobby Robson. ¿Se imaginan el cachondeo en Barcelona? Las quinielas se multiplican y sobrevuelan la cabeza del imperturbable Carlos Queiroz, y de entre todos los nombres, –Bianchi, Mancini, Camacho, Lippi, Ranieri e incluso Deschamps–, algunos de ellos ciertamente sorprendentes (aunque he de reconocer que no más que el de C.Q. cuando saltó a la palestra como sustituto de Vicente del Bosque), me ha llamado la atención el de José Mourinho, conocido en su etapa culé como traductor de Sir Bobby Robson, aquel respetable veterano (mi amigo Parrado le llamaba la "momia") a quien sólo recordamos por haberse llevado las manos a la cabeza tras un golazo de Ronaldo contra el Compostela.
¿Es que acaso no queda libre por ahí un "galáctico" que sea capaz de entrenar a los "galácticos"? La lista de nombres es amplia, pero de todos los citados yo sólo veo a Bianchi con posibilidades de encabezar un proyecto futbolístico como Dios manda, y la tarea de convencer al argentino para que viniera a España sería más dura incluso que la construcción de la nueva ciudad deportiva. Lo de Mourinho me suena más bien a treta portuguesa para encarecerle la pieza a Abramovich, porque no imagino que Florentino pueda cometer dos veces el mismo error. Entretanto se clausura esta temporada horribilis, Queiroz, como dijo Ranieri que le sucedía a él mismo en el Chelsea, huele a "cadáver deportivo".
Es muy complicado, ahora mismo, estar en posesión del título de entrenador profesional de fútbol y no formar parte al menos de una de las dos quinielas que más suenan, las de Carlos Queiroz y Gregorio Manzano. Al entrenador del Atlético de Madrid le buscan sustituto porque el equipo "sólo" está luchando por meterse en la Copa de la UEFA, y eso, teniendo en cuenta el reciente pasado glorioso de los rojiblancos, sabe a poco. Para suplir a Manzano suenan Jabo Irureta (sería el mejor), Javier Aguirre, Juande Ramos y hasta Héctor Cúper.
Yo creo que la indefinición del club a propósito de la continuidad de Manzano ha devenido en una clara falta de respeto al técnico andaluz. No me extrañaría nada que, al margen de lo que suceda al final de esta temporada, ahora fuera el propio Manzano quien dijera "no". Sería una auténtica pena para el Atlético, pero Gil y Cerezo se lo tendrían bien merecido. Y entonces sí; entonces, que llamaran a Cúper.