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Juan Manuel Rodríguez

Blanquiazules en Gelsenkirchen

José Mourinho dice que en el Deportivo están un poco creciditos... ¡Como para no estarlo!... Hace dieciséis años Augusto César Lendoiro se hizo cargo de la presidencia de un club que llevaba demasiado tiempo medio muerto y con la respiración asistida, doliente en la UVI de la Liga. "Era una locura", nos confesó el sábado Lendoiro en "El Tirachinas" de la Cadena Cope; y yo le apostillé a continuación eso de "bendita locura". En La Coruña tienen la obligación moral de estar creciditos porque del amarillo enfermo de hace tres lustros han pasado a lucir un saludable rosáceo del que pueden jactarse por toda Europa, la vieja y la nueva. El "milagro del Deportivo" lo ha conducido un directivo atípico cuyo sueldo –el uno por ciento del presupuesto del club– se encuentra a buen seguro entre los más rentables del mundo. Y ahora el sueño consiste en seguir creciendo en Gelsenkirchen el próximo 26 de mayo.
 
Para dar ese salto definitivo de "calidade" que le sitúa a uno de por vida entre la élite de clubes poseedores de una Copa de Europa, el Deportivo de Javier Irureta deberá deshacerse del Oporto, un viejo clásico del fútbol continental que ahora dirige el anteriormente citado Mourinho. Para Jabo la clave estará en la administración del balón, cuestión ésta en la que el equipo portugués es un auténtico especialista. Será una interesante batalla entre el calor y el frío; la afición coruñesa tratará de quemar al Oporto desde la grada, y el Deportivo deberá evitar dejarse arrastrar por la emoción popular, mientras que el equipo de Mourinho tendrá que congelar el partido. Será una dramática y emotiva lucha entre el mejor equipo en casa (Deportivo) y aquel otro que nunca pierde fuera (Oporto).
 
El partido podría servir también como ejemplo a aquellos que pudieran pensar equivocadamente que un equipo se construye sólo con "craks". Deportivo de La Coruña y Oporto –y uno de los dos será finalista de la Champions– son el vivo ejemplo del triunfo de la "clase media". Salvo Valerón, Deco y quizás Baia y Tristán, el resto de futbolistas de esta semifinal pertenecen a ese estrato deportivo tan denostado últimamente. Esa habilidad para ahormar equipos es probablemente la que, desde el lunes mismo por la tarde, ha situado al señor Iruretagoyena en la quiniela de favoritos para sustituir la próxima temporada a Carlos Queiroz. Aunque, hoy por hoy, el vasco sólo sueñe con exportar el color blanquiazul a la ciudad de Gelsenkirchen.

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