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Juan Manuel Rodríguez

Victoria de Morientes sobre el implacable mercado del fútbol

Podría haber sido peor para Florentino Pérez. En vez de utilizarlo para distraer su atención y así impedir el fichaje del mejor goleador del mundo por el Real Madrid, Joan Gaspart podría haber creído de verdad que Fernando Morientes era el delantero centro que necesitaba el Barcelona. Ahora el "moro" estaría marcando goles como churros en la Liga española y además lo estaría haciendo con la camiseta culé, y Florentino andaría más cabreado que una mona. Pero no, Gaspart no pensó jamás en solucionar sus propios problemas deportivos sino en impedir que Florentino le hiciera un "feo" con el ex barcelonista Ronaldo, y trató a Morientes como si fuera un paquete, un estorbo, una auténtica basura.
 
Gaspart quiso engañar a Florentino utilizando a Morientes como un simple juego de distracción y, a punto de agotarse el plazo para el fichaje de Ronaldo, el presidente merengue se sacó de la manga un "plan B" en el último instante. El Real Madrid contrató a Ronaldo, Gaspart se quedó compuesto y sin novia y Morientes, agotado por la obligada suplencia a la que le sometió Vicente del Bosque durante todo un año, acabó cedido en el Mónaco francés, un equipo sin demasiadas aspiraciones, so pretexto de que no se le podía pagar tanto dinero a un futbolista suplente. Portillo ascendió en el escalafón y descendió de los altares en los que le tenía instalado la Segunda División B, y el resto de la historia es suficientemente conocida por todos.
 
La inagotable capacidad goleadora de Morientes ha conducido al Mónaco hasta la final de la Champions League. Lleva nueve goles hasta la fecha y ha convencido incluso a Iñaki Sáez, reacio en principio a contar con él como primer delantero para la Eurocopa de Portugal. Incluso ha convencido al propio Florentino que, el miércoles por la noche mismo, llegó a confesar en un programa de radio que el delantero volvería al Real. Si aquel equipo sin demasiadas aspiraciones consiguiera la Copa de Europa este próximo 26 de mayo en Gelsenkirchen, Morientes se habría convertido, junto al italiano Maldini, en el único futbolista en activo con cuatro Champions en su haber. Morientes, aquel infumable paquete de quien había que deshacerse por lo civil o por lo criminal, aventajaría por tanto en títulos europeos a sus ex compañeros Raúl o Roberto Carlos. Por una vez, y esperemos que sirva de precedente, un solo jugador le habría dado la vuelta al implacable mercado del fútbol, ese que te ensalza cuando la enchufas y que te despelleja vivo cuando el balón lame el poste en lugar de cruzar la línea de gol.

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