Menú
EDITORIAL

En las urnas o con coche bomba

Los terroristas islámicos —ya sean los galgos de Al Sader o los podencos de Ben Laden— han asesinado este lunes en Bagdad al presidente del Consejo de Gobierno Provisional iraquí en un atentado suicida perpetrado con coche bomba en el que también han muerto otras ocho personas. Es el segundo miembro del Consejo asesinado tras la chií Aquila Hashmi.
 
Ezedín Salim era uno de los pilares del más viejo partido chiíta, Al-Dawa al-Islamiya. Nació en 1943 en Basora, en el seno de una familia de dirigentes políticos chiíes, diecisiete de cuyos miembros fueron ejecutados por Sadam Hussein en los años 70 y 80. Historiador y autor de decenas de libros sobre distintos temas religiosos, políticos e históricos, Salim era, como refleja la mayoría de los iraquíes en los sondeos, un claro partidario de la presencia de las tropas aliadas en su país, que se había distinguido en los últimos días por su abierta oposición al clérigo radical chií Muqtada al Sadr.
 
El magnicidio perpetrado por los terroristas supone una nueva evidencia de la tiranía genocida que se volvería a erigir en Irak, si EE UU y sus aliados siguieran el ejemplo perpetrado por Zapatero que tanto ha celebrado el terrorismo islámico que trata de abortar la transición democrática en Irak. Los ciudadanos iraquíes son ya de hecho las principales víctimas cuantitativas del fanatismo criminal del sector radical chií que, al igual que Al Qaeda, tratan de expulsar a los aliados de Irak. Estar en contra de la presencia aliada en Irak puede hacer ganar en España unas elecciones; en Irak equivale a impedir que las haya.

En España

    0
    comentarios