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Amando de Miguel

Ser o no ser, esa es la cuestión

Aunque yo creo que el famoso to be or not to be… debería incorporarse al castellano como: “ser o estar, esa es la duda”. Solo que en inglés no la tienen, porque solo hay un verbo to be (= ser o estar). La duda, la vacilación es la gracia del idioma.
 
Carlos Enríquez rechaza mi expresión “se debe duchar uno con alguna frecuencia”. Él entiende que lo correcto sería “se debe de duchar uno con alguna frecuencia” para indicar que es una práctica recomendable. Pues no y no. Si se trata de un deber, una recomendación, lo correcto es “se debe duchar…”. Solo se podría incorporar el “de” cuando se trata de algo probable, de una conjetura. Por ejemplo, “los españoles se deben de duchar mucho porque en España se consume mucho jabón y mucho champú”. El “debe ser” es un imperativo, un mandato. El “debe de ser” es una especulación de lo que uno cree probable. Todos confundimos muchas veces esos dos planos. Debe de ser la eterna cuestión del ser o no ser.
 
El verbo ser parece el más sencillo, pero su uso se presta a continuos abusos. Por ejemplo, la muletilla “lo que es”, que ya la he comentado en estas páginas. Me tomo la libertad de reproducir aquí el soneto bien escandido que me envía José Aguilar Jurado y que es un verdadero regalo para el oído. Debe leerse en voz alta. Se trata de una imaginativa réplica del famoso “Un soneto me manda hacer Violante” de Lope de Vega. He aquí su puesta al día:
 
 
LO QUE ES UN SONETO
 
Para escribir lo que es un buen soneto
no hay que tener lo que es mucho talento,
que con lo que es ponerse, en un momento,
en lo que es empezar, ya está un cuarteto.
 
De lo que es proseguirlo, está el secreto
en no acusar lo que es relajamiento
y a las rimas andar lo que es atento,
que en lo que es sutileza, no me meto.
 
En lo que son tercetos, yo procuro
encontrarme lo que es bien concentrado,
pues lo que es el final es lo más duro.
 
Ya casi está lo que es bien rematado:
lo que es un verso más... y os aseguro
que lo que es el soneto está acabado.
 
 
Las consultas sobre el idioma penetran a veces en el territorio menos explorado del lenguaje de los símbolos. Por ejemplo, Amàlia Mariné me pregunta por qué los sacerdotes van vestidos de negro y utilizan alzacuellos de color blanco. Veamos. El color de la ropa ha tenido tradicionalmente un gran significado. El rojo equivalía a la realeza, más que nada porque la tintura púrpura era muy cara. También era caro tintar de verde, por lo que ese color se reservaba a las clases nobles. Recuérdese el enigmático Caballero del Verde Gabán en el Quijote. El negro fue siempre un color asociado a la autoridad, los trajes talares: los de los clérigos, los magistrados, los abogados, los catedráticos. Durante mucho tiempo, el negro que se conseguía para las telas era de un tono pardusco poco elegante. Hasta que los españoles descubrieron en las Indias una planta con la que se obtenía un negro azabache inigualable. En seguida pasó a teñirse de esa manera las ropas de la Corte. Es el momento en el que Felipe II impuso en toda Europa el color negro en el atuendo. No lo hizo por severidad o austeridad sino, todo lo contrario, por elegancia. Durante algún tiempo solo la corte española dispuso de ese tinte de negro azabache. Naturalmente, debía de ser muy caro. En el siglo XX las camisas negras fueron el siglo de los movimientos fascistas, con las versiones del color pardo o azul mahón. Pretendían ser un revulsivo frente a las camisas blancas de los burgueses. Paradójicamente, hoy vuelven a ponerse de moda las camisas oscuras (más oscuras que el traje o que la corbata). Se identifican con la progresía, la izquierda.
 
El hecho de que los clérigos se reservaran el uso del color negro proviene de su identificación con la muerte, la escatología. Al recordar la muerte, el negro significaba el huir de las pompas y vanidades de este mundo. Después de todo, si no existiera la muerte, no haría falta la religión. Mi comunicante señala el interesante contraste entre el color negro de la sotana (o traje) y el blanco del alzacuellos. Es evidente que se trata de realzar el uno con el otro. El blanco es el símbolo de la pureza, de la vida, frente al negro de la muerte y la penitencia. Recordemos el cuervo y la paloma de Noé, lo digo para  los que estudiaron Religión. A los estudiantes actuales ya no se les puede mentar imágenes bíblicas.
 
           

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