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Un defensa central empieza a ganarse el respeto de sus rivales con el apodo. No es lo mismo que a uno le conozcan como el "quebrantahuesos" a que le llamen "florecita" o "caramelo". A Walter Adrián Samuel le han llamado "il muro" desde que llegó al "calcio" allá por el año 2000, y ese, en un fútbol pródigo en defensas que no se andan con chiquitas como es el italiano, resulta un magnífico pasaporte para nuestra "Liga de las estrellas". Diera la impresión de que Florentino Pérez, a quien llevaban exigiendo un central casi desde que Samuel fichó por la Roma, tampoco quisiera andarse con zarandajas y, ante la tesitura de gastarse el dinero (22 millones de euros) en uno, haya optado por traerse al más fiero de todos, el menos amable, un auténtico "tobillero" de esos que persiguen al delantero hasta el cuarto de baño y, una vez capturado, se encarga de que todo parezca un accidente.
 
Jorge Valdano nos confesaba el jueves en "El Tirachinas" que a él siempre le enseñaron que los centrales tenían que ser viejos y feos; y aunque Samuel sólo tenga veintiséis años podemos afirmar que, tanto conceptual como espiritualmente, responde a ese retrato robot. Samuel es contundente e inteligente, un profesional del marcaje a quien no le gusta demasiado salir de la cueva. Un muro en el sentido literal de la palabra, una tapia de ladrillos por encima de la cual tiene que saltar el delantero si quiere llegar hasta la portería. No le veremos salir demasiadas veces con el balón controlado, ni tampoco acusará el "síndrome Beckenbauer" que arruinó, por ejemplo, a Iván Campo. Él es un "central-central", el complemento perfecto para Iván Helguera a quien gusta más mirar hacia arriba, y un apoyo solidario para el centro del campo, quizás la línea más desguarnecida del equipo de los "galácticos". Sin todas las características anteriormente citadas, Walter Samuel no habría sobrevivido ni un sólo minuto en la selección de Argentina, y sin embargo –a pesar de su juventud– lleva ya disputados casi cuarenta partidos con su equipo nacional.
 
No me atrevería a decir que "il muro" acabe para siempre con la maldición madridista de los centrales. El Real los ha fichado de todas los tipos: con clase (Bonet, Maceda, Tendillo o Hierro) y aplastantes (Ruggeri, Spasic, Rocha o Alkorta), y por unos u otros motivos siempre se les ha tenido en el punto de mira. Quizás tenga algo que ver con la naturaleza histórica de ese equipo, forzado siempre por su propia parroquia a jugar al ataque en lo que podríamos considerar como una política de tierra quemada que criminaliza y humilla públicamente a quien osa mandar un balón hacia atrás. En cualquiera de los casos a Samuel se le puede dejar solito, sabe cuidar de sí mismo. Es un "central-central".

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