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Daniel Henninger

Abu Ghraib, la otra historia

Esta es la historia de norteamericanos, dentro y fuera del gobierno, que movieron montañas para ayudar a siete iraquíes brutalmente mutilados. La historia comienza en la prisión de Abu Ghraib, la misma donde sucedieron los abusos sobre los que se ha informado ampliamente, pero el año es 1995. Con la economía de Irak en picado, Sadam ordenó el arresto de nueve empresarios como chivos expiatorios, acusándolos de comerciar ilegalmente con dólares. El juicio duró media hora y fueron sentenciados a un año de cárcel y a que les cortaran la mano derecha en la cárcel de Abu Ghraib.
           
Las amputaciones fueron hechas a lo largo de dos días por un cirujano, un anestesiólogo y un ayudante médico de Bagdad. Conocemos los detalles porque Sadam ordenó que se filmara cada operación. Exigió también que le llevaran las manos amputadas, las cuales fueron luego devueltas a la prisión y el cirujano marcó a cada uno de los sentenciados con una equis en la frente. Además, cada uno tuvo que pagar 50 dólares a las autoridades.
           
El año pasado, luego de la liberación de Irak, a un productor de noticias de televisión llamado Don North que estaba en Bagdad para ayudar a restaurar el servicio de televisión le mostraron el video de las manos amputadas. North mantiene que eso no era nada raro en el Irak de Sadam y que si uno camina por las calles del centro de la capital se ven a docenas de personas que les falta un ojo, una oreja, un brazo, una pierna o la lengua. North decidió averiguar el paradero de los nueve iraquíes del video, víctimas de ese acto de perversión médica.
           
North logró que siete de ellos aparecieran en un documental y les consiguió ayuda médica. Cómo consiguió la ayuda es una verdadera historia norteamericana.
           
Roger Brown, un ingeniero petrolero de Houston oyó el cuento de North en un café de Bagdad y le sugirió que contactara con el famoso periodista de la televisión de Houston Marvin Zindler. Zindler puso a North en contacto con el Dr. Joe Agris, un cirujano plástico de Houston que trabajó en Vietnam después de la guerra y en Nicaragua reparando los daños sufridos por los niños. North le envió al Dr. Agris el video de las atrocidades y éste le contestó: “tráigamelos que yo los arreglo”.
           
Pero sacar a siete hombres por avión de Bagdad es más fácil decirlo que hacerlo. North se dedicó a hablar sobre el caso con sus amigos en el gobierno y logró mover la burocracia. Paul Bremmer, el administrador civil de Irak, escribió un memorando autorizando el viaje. Paul Wolfowitz, viceministro de Defensa, autorizó a la Fuerza Aérea a llevarlos a Frankfurt. Y el Departamento de Seguridad Interna autorizó la entrada de los siete en EEUU sin visa.
           
La aerolínea Continental donó los pasajes hasta Houston y allí el Dr. Agris consiguió que su colega cirujano Fred Kestler lo ayudara. El Hospital Metodista donó la utilización de sus instalaciones y los siete iraquíes llegaron a Houston a principios de abril.
           
El Dr. Agris se dio pronto cuenta de que a esos pobres hombres les habían cortado la mano derecha como se le corta la pata a un pavo. Los médicos de Saddam no hicieron nada por reparar las puntas de los nervios, por lo cual los siete vivían con un dolor constante. Lo primero que hicieron Agris y Kestler fue reparar los nervios y quitarles otra pulgada del brazo para lograr una superficie adecuada donde adaptarles la prótesis, la nueva mano artificial.  Les tomó dos días enteros operar a los siete hombres, quienes tuvieron dos semanas en recuperación antes de poder recibir sus nuevas manos.
           
Las prótesis, que cuestan 50 mil dólares cada una, fueron donadas por Otto Bock, la empresa germano-americana que las fabrica. Se trata de las manos electrónicas más sofisticadas y que responden a impulsos musculares moviendo los dedos. La rehabilitación y entrenamiento están siendo donados por dos empresas de Houston, TIRR y Dynamic Orthotics.
           
Los siete iraquíes siguen en Houston, recibiendo cinco horas diarias de entrenamiento para aprender a utilizar sus nuevas manos. Sí, también les borraron las equis de sus frentes.
           
Dan North terminó su documental, “Recordando a Sadam” sobre lo que le hicieron a estos hombres. No habíamos visto nada parecido desde los tiempos del Dr. Mengele y los campos de concentración nazi. Basasim Al Fadhly, una de las víctimas, cuando vio la película donde le cortan su mano derecha, dijo: “miren a ese doctor, quien considera que su profesión es noble y jura ante Dios ser una persona noble. Que todos vean esta película”. 
           
Ese crimen merece la condena de las sociedades médicas internacionales, tales como la Organización Mundial de la Salud de la ONU y la Cruz Roja. Y la película de Don North debiera ser vista, pero puede que no sea así. Luego de dos meses, ninguna cadena de televisión ni estación de cable  la quiere pasar. Esto es increíble. Las fotos de Abu Gharaib se pasan por televisión las 24 horas de los siete días de la semana, pero ¿no pueden dedicarle 55 minutos a mostrar los crímenes de Sadam contra la humanidad?
           
Don North y Joe Agris llevarán a los iraquíes de vuelta a Bagdad y el Dr. Agris proyecta visitar los hospitales  y llevarles equipos modernos. Dice que si lo dejan, “operaré a los niños. Vamos a mostrarles lo que podemos hacer”. 
 
Daniel Henninger es subdirector editorial del Wall Street Journal, diario que publicó originalmente este artículo y autorizó la traducción de ©  AIPE.
 

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