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La respuesta de Manual Marín a la interpelación en catalán de un diputado de ERC parece que va a pasar a la Historia como ingeniosa y hábil. Como aguafiestas que soy, a mí no me ha parecido nada de eso. Pero en el país de los ciegos, ya se sabe. El señor Marín, en un catalán macarrónico, con el que no obstante rendía la pleitesía necesaria para que no le tachen tan fácilmente de centralista y españolista, dio una respuesta deliberadamente ambigua: un no, pero sí, que ya el señor Benach ha interpretado como un sí, en el momento y el lugar oportunos. Así son los noviazgos de conveniencia.
 
La falta de fibra de la respuesta de Marín se debe a que soslaya la cuestión de fondo. El rollete del Reglamento es pura filfa. El Reglamento se cambia si la causa es justa. ¿Lo es? ¿No lo es? Veamos. No se trata de si los señores de ERC tienen derecho a hablar catalán. Se trata de que quienes sientan sus reales en el Congreso de los Diputados son representantes del pueblo español. Y los representantes del pueblo español deben hablar en la lengua en la que se entienden todos los españoles, que es el castellano. Los diputados de ERC no están allí como representantes de los catalanohablantes ni como representantes del pueblo catalán. Pero aunque lo estuvieran, cualquiera en sus cabales hablaría en el idioma común a todos los reunidos. No es el caso: la necesidad de poner una pica política en Madrid, se impone al raciocinio.
 
A la exigencia de ERC, el señor Marín respondió también con el dicho: “En Roma, haz como los romanos”. Yo discrepo. No tengo por qué hacer lo que viere allí dónde fuere. Haré lo que crea que debo hacer, y mientras no sea ilegal, que no me lo impidan. Los de ERC no tienen que hablar castellano para no desentonar con los usos y costumbres del lugar. Ni por simple cortesía, aunque eso no estaría mal tampoco. Lo que ocurre es que los señores de ERC quieren acentuar lo que divide y cargarse lo que une a los ciudadanos españoles, cosa que no debería pasarle desapercibida a un socialista. Como dijo Julio Camba “en todas partes hay hechos diferenciales, pero la cuestión está en si debe uno cultivarlos o debe, por el contrario, dedicarse al cultivo de los hechos igualatorios”.
 
“La historia superará estas corrientes de pensamiento reaccionario”, declaró Joan Tardá, de ERC, tras coprotagonizar la escena con Marín. No habrá pensado Tardá que el más reaccionario de los pensamientos que ahora ruedan sobre la mesa hispana es el suyo, pero así es. Por mucha modernidad que se gaste en ropa y en palabrería. Ni tampoco habrá pensado que hace falta cierta caradura para presentarse en el Congreso español exigiendo hablar en catalán, cuando si alguien se pone a hablar en español en el Parlamento catalán le abuchean hasta acallarle. No ofenda a los púdicos oídos el sonido viril del castellano.
 
Preguntó Tardá si la policía nacional respetaba los derechos lingüisticos de las personas. Debían haberle preguntado a él si respeta esos derechos la policía lingüística que existe en su Comunidad.

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