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EDITORIAL

Atreverse a denunciar la mentira

Considerábamos el pasado 6 de mayo que “Rajoy debe ser consciente de que la más elemental coherencia de quien pide investigar una operación político-mediática como la que ha sufrido su partido entorno al 11-M, le llevará en el futuro a saber denunciar, con nombres y apellidos, a quienes la más atrevida referencia a ellos por parte del PP no ha pasado, hasta ahora, de aquel “poder fáctico fácilmente reconocible"...
 
Pues bien. Este miércoles Mariano Rajoy ha denunciado las mentiras de la SER y ante los propios micrófonos de Iñaqui Gabilondo. Bien es cierto que el líder del PP lo ha hecho a instancias del periodista, pues fue este, quien, en un momento de la entrevista, le preguntó si consideraba que la Cadena SER "jugó sucio" en las horas posteriores a los atentados. Pero lo cierto es que Rajoy no dejo de decir lo que a veces los absurdos temores han eludido o silenciado: "¿Ustedes qué creen? Creo que en algunas cosas ustedes no dijeron la verdad". En ese momento, Gabilondo hizo un silencio para después pedir al político gallego que pusiera ejemplos. Y así lo hizo, refiriéndose “por ejemplo” al falso terrorista suicida cuya aparición sostuvo la Ser “aun cuando ya se les había avisado de que no era cierto”. "Tampoco dijeron la verdad —añadió— en la hora en la que apareció el vídeo, porque apareció después de la hora que ustedes anunciaron que había aparecido y eso les sirvió para hacer una dura crítica al Gobierno, ahí creo que tampoco dijeron la verdad", insistió Rajoy ante un Gabilondo que dejó de insistir.
 
No queremos sobredimensionar el alcance de la denuncia de Rajoy: El dirigente popular podía haber puesto muchos otros ejemplos e incluso citar la influencia nada disimulada de esta cadena para que muchos ciudadanos, en lugar de descargar su ira contra los terroristas, lo hicieran, el mismo día de la reflexión electoral, contra el Gobierno y las sedes del PP. Sin embargo, lo que queremos subrayar de la intervención de Rajoy —como la de Mayor Oreja un día antes— es el efecto catártico que produce el denunciar la mentira aun en una opinión pública tan manipulada y dominada por ella. Una mentira que no sólo se ha utilizado para aderezar el impacto emocional por la matanza de unos terroristas que ya se oponían a la política exterior del Gobierno desde mucho antes de la guerra de Irak, sino también de una mentira que ahora trata de consolidarse e imponerse contra todos los aspectos de lo que ha significado y significa el PP.
 
Ese mismo efecto clarificador y positivo ha tenido la firme y contundente intervención de Mayor Oreja en su último cara-cara con Borrell. El candidato popular ganó de calle, demostrando una vez más que los a veces interiorizados temores del PP a no “crispar” no son más que un chantaje emocional para que este partido no dificulte el dominio de la falsedad.
 
El PP no puede —ni siquiera en el inconcluso asunto de Irak— buscar acomodo en una opinión pública manipulada. Que Gallardón esté ahí para enredar el liderazgo de Rajoy, tampoco puede ni va a servir de patente de corso para que demos por bueno cualquier “perfil bajo”. Nadie deja en tal mal lugar el error del “perfil bajo” como el propio Rajoy cada vez que se atreve a abandonarlo.

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