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Emilio J. González

Del petróleo a los tipos

El susto para la Bolsa que supuso la escalada del precio del petróleo en abril y mayo ha pasado, pero ahora llegan las consecuencias. Los índices que miden la inflación empiezan a recoger el impacto y a subir en consonancia con él. Sin ir más lejos, esta semana, el Instituto Nacional de Estadística ha publicado el IPC español, que ha subido hasta el 3,4% interanual por culpa de los alimentos frescos, la mayor carestía de la cajetilla del tabaco y, sobre todo, la cotización del crudo en forma de una gasolina más cara. La tónica en el resto de la Unión Europea y Estados Unidos es similar y en el mercado de valores empiezan a prepararse para las repercusiones que va a tener.
 
De momento, el presidente de la Reserva Federal de Nueva York acaba de decir que, ante esta situación, los tipos de interés van a tener que subir más deprisa de lo previsto y eso ya se sabe qué significa: ni más ni menos que en los próximos meses las Bolsas van a estar muy pendientes de los movimientos que puedan realizar la Reserva Federal y el Banco Central Europeo, que se encuentra en la misma situación. Así es que, a partir de ahora, los datos económicos se van a leer desde la óptica de su repercusión sobre los precios de consumo y, por tanto, de los tipos de interés. Así es que empezará a ser normal que cuando se publique, por ejemplo, un dato que anticipe un buen crecimiento económico, la Bolsa reaccionará a la baja ante esa cifra porque lo primero que tendrá en cuenta es que la evolución de ese indicador supondrá presiones inflacionistas y, por tanto, subidas de tipos para combatirlas.
 
Para las Bolsas europeas se plantea, además, una segunda cuestión. La fase expansiva del ciclo económico se encuentra mucho más avanzada en Estados Unidos que en la Unión Europea. Por consiguiente, el escenario más probable es que los tipos de interés suban antes y de manera más intensa al otro lado del Atlántico que en esta orilla. La primera derivada de esta situación es que resultará más atractivo invertir dinero en EEUU que en la UE, con lo que las inversiones tomarán otra vez el camino de las Américas, lo que significa un tipo de cambio al alza del dólar frente al euro que encarece todavía más la factura petrolífera que pagan los europeos. Aquí viene el problema porque eso obligará al BCE a subir más los tipos para impedir el resurgimiento de la inflación y porque los resultados de muchas empresa notarán el impacto de unos costes energéticos mayores, lo que limitará la subida de las acciones.
 
El impacto también se extenderá a las empresas con intereses en Latinoamérica. Estas compañías tendrán a su favor que un dólar más caro frente al euro significa para ellas mayores ingresos nominales. Pero tienen en su contra que la subida de los tipos de interés en Estados Unidos afecta negativamente a las divisas latinoamericanas y, además, puede obligar a estos países a encarecer ellos también el precio del dinero, con las consecuencia que ello tiene para su crecimiento económico y, sobre todo, para su deuda externa. Por este motivo, en los dos últimos meses, el comportamiento de la Bolsa española es peor que el del resto de Europa, con independencia de la influencia que puedan ejercer los factores políticos de nuestro país, ya que las empresas españolas cotizadas tienen fuertes intereses en la región de los que carecen la gran mayoría de compañías europeas. En consecuencia, los próximos meses bursátiles pueden caracterizarse por 'sustos' coyunturales relacionados directamente con las expectativas sobre los tipos de interés y por incertidumbres en torno a Latinoamérica que pueden lastrar el comportamiento de la Bolsa española.

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