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Rubén Osuna

El circo de Moore

A veces desespera la cómoda inactividad mental en la que se instala la gente, cuando no horroriza la hipótesis creíble de que esa inactividad se debe a una incapacidad. Tendemos a pensar en términos de causa-efecto muy simples, y a todo acontecimiento A buscamos un causante B. Pero las variables que explican los acontecimientos que llaman nuestra atención suelen ser varias, y resulta que A no se entiende sin B, C, D y muchas otras causas que actúan de forma conjunta, relacionadas entre sí o no, para explicar A. Es más, asumimos que las relaciones entre esas variables son deterministas, cuando la verdad es que son más bien de naturaleza aleatoria o estocástica, aunque con sus límites. Por último, estas relaciones complejas y difusas sólo pueden establecerse a partir de lo que observamos, una vez ocurren los acontecimientos, lo que depende de la información que recogemos y limita aún más nuestra capacidad de predecir. A posteriori todo es más fácil explicar, pero ni aún así abundan los análisis razonables sobre temas complejos. Hay muchos ejemplos, desde la guerra de Irak, al crecimiento del precio de las viviendas o la financiación autonómica.
 
Quisiera detenerme en un caso simpático: los análisis presuntamente desveladores de Michael Moore. Sólo conozco de él "Bowling for Columbine", y me pareció un documental entretenido que trataba de sostener la curiosa tesis de que los muertos por armas de fuego en EEUU eran la consecuencia de un estado de psicosis colectiva inducida, al parecer intencionadamente, por los medios de comunicación, que de esta forma "controlaban" en algún sentido (venta de armas, miedo a la falta de orden) a las masas en interés de oscuras fuerzas manipuladoras (políticos de derechas, industria de armas). En definitiva, la clásica teoría de la conspiración para adolescentes. Si en cualquier país hubiera el número de víctimas por armas de fuego que hay en EEUU (quiero decir, las mismas proporciones) la psicosis colectiva estaría garantizada sin necesidad de una teoría de la conspiración. Yo creo que son varias las causas que explican el fenómeno, no todas "controladas" por una mano invisible que nos miente y nos manipula.
 
El documental ni olía la verdadera clave del problema. Y es que hay dos opciones básicas, que son dejar que los individuos se encarguen en parte de su propia defensa (lo que depende no sólo de la proliferación de armas, sino también de la configuración del sistema legal, y especialmente el procesal y el penal) o dejar que el Estado se encargue de ello. Los EEUU parecen haber optado por la primera vía, por razones fácilmente explicables (la configuración histórica de ese país). En Europa se ha optado firmemente por el segundo modelo, pero aquí el Estado se muestra incapaz de mantener simplemente el orden. La sensación es indefensión es simplemente peor en Europa. Yo creo sinceramente que el modelo que no es sostenible es el nuestro (o se hacen más rígidas las leyes aquí o vamos al caos, porque los ciudadanos desarmados estamos cada día más indefensos).
 
En fin, me parece que la calidad analítica de los documentales de Moore es muy baja, que es básicamente propaganda progre y que el “heroico” director se ha forrado a costa de todos los que le ríen las gracias. No es más que otro sacerdote de la progresía que vende humo, del tipo Saramago o Chomsky
 
Pero lo anterior era solo un ejemplo. En EE.UU. a los personajes como Moore no se les puede hacer pasar tan fácilmente por intelectuales, como ocurre en una Europa infestada por una progresía más numerosa y virulenta (el organismo en que viven está más enfermo) que la americana. Aquí el nivel de los discursos políticos, de los análisis periodísticos (editoriales, columnas, sábanas de encargo) y de los argumentos callejeros es infame y desesperante, y no puedo sustraerme de la impresión de que lejos de estar instalados en una tendencia ascendente que nos saque de este pozo, nos hundimos cada vez más. Un vistazo a los periódicos nacionales es un buen indicador no solo del nivel en nuestro país, sino también de la incapacidad de procesar información compleja, abundante y variada por parte de ese pequeño grupo de españoles que dice leer periódicos.
 
No somos capaces de un razonamiento más refinado que la simple explicación que pide un niño, la única papilla que muchos pueden tragar. Me viene a la memoria un programa de debate en televisión dedicado a la astrología, y en el que un puñado de farsantes y el público estuvieron a punto de linchar a un profesor de física mientras que la presentadora del programa le recriminaba espetándole que “todos tienen derecho a tener su opinión”. Este es el país en el que vivimos.
 

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