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Amando de Miguel

Viejas y nuevas palabras

Javier Fernández Roca vuelve a la carga con lo de pingonear. La utiliza su madre, malagueña, para salir a dar una vuelta, callejear. Mi madre utiliza pindonguear en el mismo sentido. Todo viene de pingo o pindongo (derivados del verbo pender = colgar), voces asimilables a pene. De ahí que se les dé una connotación sexual, desde la puta callejera a sus clientes que van de pingo o de pindongueo. Es clara la expresividad del sonido ping- como voz natural que nos lleva a imaginar lo que cuelga o va de un sitio para otro. Recuérdese pinganillo, el audífono que se sujeta en la oreja, con un divertido parentesco sexual.
 
Alfredo Llaquet Alsina, de Barcelona, está componiendo un “manual de usuario” y ha escrito: “Conceptos y recomendaciones previos”. Le entra la duda de si no será “conceptos y recomendaciones previas”. Pues no, está bien en el primer caso, que es el que le suena. En cambio, yo no diría “manual de usuario” sino “manual del usuario”. Lo de comerse los artículos (¿articulofagia?) es una plaga.
 
Rafael Martín Cantos (La Laguna, Tenerife) me pide el significado de perfil bajo. Es una nueva expresión incluso en inglés. En inglés se emplea mucho más que en español el adjetivo “bajo” para indicar lo normal o no destacado, no sobresaliente. Eso es precisamente el perfil bajo, una actitud de cierta modestia o naturalidad. No está todavía en los diccionarios pero sí en la calle. No hay inconveniente en admitirla, pero sin abusar.
 
Luis Miguel Lagos me cuenta que le ha llamado la atención el uso que yo hago de la palabra nesciencia, equivalente a ignorancia. Por lo que me dice, la emplea también su abogado, el señor Franco, como una forma elegante de descubrir a los que no saben y deberían saber. Exacto. Ese es el auténtico significado de nesciencia (no nescencia;  es una palabra latina = nescientia, lo contrario de la ciencia). Viene a ser la ignorancia culpable, el que no sabe lo que está obligado a saber. Para mí que ese señor Franco coincidió conmigo en el mismo curso durante todo el bachillerato. Fue en el Colegio Católico Santa María de San Sebastián. Allí nos enseñaron la distinción entre ignorancia y nesciencia; no se nos ha olvidado.
 
Eduardo Enrique González Rodríguez me dice que le chirría ese adverbio mayormente, que yo empleo a veces. Lo considera un vulgarismo, de acuerdo con la autoridad de Manuel Seco. Alto ahí. Seco dice que es un uso “popular”. Pero, como sucede en el lenguaje de los personajes de Arniches, los giros populares son muchas veces imitación de cultismos. En la dedicatoria del Quijote ─hace 400 años─ ya se escribía mayormente. Para mí es un uso legítimo. Equivale a principalmente, pero mayormente le da un gustillo de prelación, de “fíjate lo que va delante”.
 
Juan Miguel Moreno Calderón (Córdoba) se lamenta de la desaparición del artículo para referirse a ciertas instituciones. En efecto, así es. Estamos ante la plaga de la articulofagia a la que ya he aludido. La cosa viene de la excepción admitida en las expresiones regias: “Entrar en palacio”, “recibir en Zarzuela”, etc. Como nos hemos democratizado, decimos “bajar a fábrica” o “subir a dirección”. Mal dicho.
 
Jorge Duret se pregunta por la autenticidad del refrán “en hablando del ruin de Roma, por la puerta asoma”. Hay varias versiones. Quizá lo de “ruin” sea la palabra originaria. Con el tiempo se corrompió en “rey”, pero en Roma no hubo nunca reyes. Dejémoslo en “ruin”, que es más festivo, pues de eso se trata. Es un refrán que debe tomarse siempre en buena parte. Es como decir: “Hablábamos de ti, y asomaste por la puerta”. Quizá se desee indicar que “no hablábamos mal de ti”.
 

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