Se acercan las elecciones en Estados Unidos y el coma-andante entra en campaña. Este lunes ha vuelto a amenazar a su odiado vecino con una nueva y masiva oleada de balseros. Cada pocas semanas sale del letargo en el que vive y le enseña a George Bush la única bala que le queda en la cartuchera. Pero sólo se la enseña. No la gasta. El gobierno norteamericano ya le ha advertido de que no está dispuesto a consentir que en pocas horas miles de cubanos hambrientos alcancen las costas de Florida. Bush lo entendería como una declaración de guerra y nadie podría reprochárselo. Castro lo sabe. Y aunque es cierto que está más loco que las maracas de Machín, no lo está hasta el extremo de suicidarse. Al menos, todavía. No obstante, todo es posible cuando hablamos de un canalla que no puede ignorar que está muy enfermo y al que las vidas ajenas le importan menos que un centavo de dólar. Son muchos los que, como Huber Matos, creen que ya ha decidido morir matando después de provocar una invasión estadounidense que borre sus crímenes y fracasos. Sin embargo, transcurren los meses y no se decide a bombardear con sus rehenes las playas de Miami.
Tal vez algún día lo haga. Pero ya se demora. Se manifiesta frente a la Oficina de Intereses de Washington en La Habana, amenaza a Bush, insulta al exilio, ladra y miente; pero no se aventura a desencadenar un éxodo masivo. Y es que no sólo teme una respuesta militar estadounidense, sabe también que en el caso de que algún día decidiera pasar de las amenazas a los hechos, es probable que entre otros, su propio hermano, Jefe del Ejército y dueño del sector turístico, lo único que vale algo en Cuba, se lo impidiera. Una cosa es aplaudir sus locuras, y otra muy distinta suicidarse por ellas. Son muchos los intereses que envuelven el futuro de la isla-cárcel. Casi todos los desalmados que pueden representar algo allí parecen conformarse –bien por miedo o por interés- con dejar las cosas como están hasta que muera el coma de los mil desvanecimientos. Todos esperan el último desmayo. Pero en ningún caso estarían dispuestos a inmolarse y perder lo mucho que robaron junto al que fue su Máximo Líder y hoy no es más que un fantasma fanfarrón sólo capaz de torturar a sus rehenes.