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Alberto Acereda

Guarden silencio y todo irá bien

En las cintas recientemente desclasificadas por el gobierno norteamericano, pertenecientes a los atentados del 11-S, se escucha la voz del terrorista islámico Muhammad Atta. Justo antes de empotrar el avión en las torres gemelas, les dice a los pasajeros: “Guarden silencio y todo irá bien”. Ese es el lema dictatorial de la Yihad islámica, el que ha invadido de miedo a los países que miran a otro lado en la guerra global y necesaria contra el terrorismo, a los que siguen insultando a Estados Unidos, a los que prosiguen censurando a Israel por defenderse de los ataques terroristas del radicalismo islámico.
 
Guarden silencio y todo irá bien, nos dicen los pseudo-pacifistas de la antiglobalización marxista, los gobiernos cobardes que retiran sus tropas de Irak y los traidores de la libertad y de la democracia que manipulan los medios de comunicación en beneficio de la mentira, la falsedad, el antiamericanismo y el antisemitismo más podrido y sinvergüenza. Guarden silencio y no se preocupen de que, en apenas un mes, la Yihad islámica y sus asesinos de Al-Qaeda hayan cortado la cabeza frente a una cámara a tres inocentes trabajadores: dos norteamericanos y un surcoreano.
 
Guarden silencio y no se preocupen de que Kofi Annan y las Naciones Unidas sean hoy una organización corrupta hasta las cejas, con escándalos financieros y legales que atropellan cualquier dignidad personal y humana con tal de seguir ridiculizando a Israel, y negando a Estados Unidos su liderazgo contra el terrorismo. No les importe tampoco que en el seno de esas Naciones Unidas haya un visceral odio a todo lo judío y que sus comisiones estén pobladas de beneficiarios de dictaduras y tiranos. Guarden silencio si Kofi Annan cobra miles de dólares por dar un discurso en Harvard mientras hace oídos sordos a la realidad: que tras el terrorismo del siglo XXI está la Yihad islámica, la mal llamada guerra santa que avanza para destruir nuestra civilización y nuestra democracia occidental. Lo hace ahora en Irak, en Afganistan y en Israel. También en Indonesia, en Nigeria, en las Filipinas y en Europa, desde la Francia de Chirac a la España de Zapatero.
 
Guarden silencio y sigan viendo a Israel como la causa de los males del mundo, el enemigo del pobre y humilde Arafat. Sigan hablando de territorios “ocupados” por Israel, del derecho a la intifada palestina, y de los ilegales “asentamientos” de esos marranos judíos. Guarden silencio, ignoren y olviden que la Yihad tiene sólo por objeto extirpar nuestra civilización, nuestras familias y nuestros hermanos como “infieles” judíos, despreciables cristianos, y enemigos hindúes… para el establecimiento de un orden islámico universal y tiránico.
 

Guarden silencio, estiren sus piernas, relájense en este placentero vuelo del siglo XXI en el que hay miles de Muhammad Atta dispuestos a sacrificar su vida para acabar con infieles como usted o como yo, con nuestras instituciones democráticas y nuestras libertades básicas. Todo vale con tal de implantar en todo el planeta su fundamentalismo islámico de misoginia y degüello. Guarden silencio y en el sopor de julio verán qué poco se aclara de todo cuanto ocurrió en España entre el 11 y el 13 de marzo. Aunque llegue el verano, no guarde silencio porque quizá algún día no le dejen ir más a la playa… A la de Salou, por ejemplo, la misma en la que el tal Muhammad Atta planeó durante el verano de 2001 el 11-S. Pero vaya… como Bush es un imbécil y Sharon un asesino, guarden silencio y todo irá bien.

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