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Federico Jiménez Losantos

Con el PSOE no hay pacto que valga

El ex-presidente del Gobierno, sin duda reconfortado por el resultado de las elecciones europeas y por el alarde de unidad y confianza moral de las bases del PP en momento tan difícil, ha dado el paso adelante que sin duda exige la situación política y, en cualquier caso, que merece la derecha sociológica. Aznar cometió muchas torpezas entre el 11-M y el 14-M, la fundamental no saber defenderse de la demagogia insidiosa del PSOE y la SER,  pero ni merece pasar a la Historia como un apestado (tentación arriolesca y centristoide, es decir, cobardona y amoral, en la que ha caído en exceso el entorno de Rajoy) ni tiene por qué permitir que el PSOE arrincone a su partido y vilipendie su memoria. El gesto de ofrecerse públicamente a Rajoy para declarar ante la Comisión Parlamentaria que investiga lo sucedido desde el 11-M al 14-M es algo más que un detalle valentón. Es una prueba de que en una comisión donde el premio y el castigo es de orden político y moral, está dispuesto a trabajarse el desquite. No será fácil, pero es bueno que lo intente, es decir, que se vea con ánimo para intentarlo.
 
Tiene otra virtud el gesto de Aznar y es que el de Zapatero en el mismo sentido, si llega, llegará más tarde. Pero plantea un problema al PP: que pone en evidencia un exceso de cautela, una desconfianza en sus razones que ha hecho sospechar a muchos la existencia de un pacto de no agresión con el PSOE. Quizás ha sido sólo un error de comunicación, como ha declarado Zaplana. Puede ser. En todo caso, el PP ha podido comprobar que en sus bases y en los pocos medios que siempre lo han defendido (siempre que ha hecho honor a sus compromisos morales y políticos) no se acepta ni el apaño, ni el pacto ni el cambalache. Por otra parte, la historia pasada y presente muestra que con el PSOE no caben pactos de honor ni acuerdos fiables. Mientras Rubalcaba sea el hombre de los pactos, cualquier pacto está de más. Y sobre el 11-M, produce rubor siquiera plantearlo.
 
Si en el PP todos, Aznar incluido, dejan de mirarse el ombligo del honor personal y son capaces de coordinar una estrategia ordenada, de bloque, sin fisuras, pueden convertir la Comisión en una reparación moral que a ellos les vendrá bien y a su base social, mejor. Pero al margen del resultado, si no se tiene nada que ocultar y nada que perder, hay que salir así, a pecho descubierto. Y a ver si Rubalcaba tira la primera piedra.

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