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Orlando Fondevila

Los cubanos en su soledad

Hoy me han entrevistado para una estación de radio de Madrid. Inicialmente estaban interesados en conocer la reacción del exilio cubano en España ante la invitación pública que ha hecho el PSOE a varios disidentes cubanos para que asistan al próximo Congreso Nacional de esa organización. Por supuesto, me mostré complacido por cuanto de alguna manera significa un reconocimiento a quienes en Cuba defienden, a todo riesgo y en total indefensión, a un régimen que niega a sus ciudadanos sus más elementales derechos y libertades. Un régimen que mantiene en sus cárceles en estos mismos momentos a cientos de prisioneros políticos y de conciencia. Sólo podríamos añadir que si el PSOE ha invitado a quienes están dentro de su cuerda ideológica, es de esperar que, por ejemplo, el PP invite a otros disidentes no socialdemócratas.
Dicho esto, para mi sorpresa, el periodista al otro lado del teléfono comenzó a cuestionarme, un tanto inquisitorialmente, acerca de la supuesta hostilidad norteamericana como causa de los males de la “pobrecita” Cuba; e incluso, en el colmo de la desinformación, dio pábulo a las acusaciones que hace el régimen a sus prisioneros políticos y de conciencia. Una muestra evidente de la resonancia que aún tiene en ciertos sectores de la izquierda española el sátrapa cubano.
 
En estos días la televisión española y parte de la prensa vienen “actualizando” el tema de Cuba, un tanto sibilinamente, con la eterna coartada del “sí, pero...”, tan habitual en aquellos que se devanan los sesos en la búsqueda de justificaciones o matizaciones –¿maquillaciones?– cuando de Castro se trata. Con otros son implacables.
 
Hoy he sentido la soledad en que nos encontramos los cubanos. Y es que mientras percibimos, un tanto brumosamente, cierta cercanía del Gobierno socialista hacia Castro, cierto intento de pasarle la mano al dictador, pues justamente en estos mismos momentos a dos niñas cubanas se les negó acogida en España y se les devolvió a Cuba, para después de que el régimen no las aceptara, volver a rechazarlas y enviarlas a Cabo Verde. Ni siquiera les permitieron ver a su madre, residente ilegal en Canarias desde hace dos años. Ilegal como unos cuantos miles de otros cubanos, muchos de ellos descendientes de españoles. ¿Será esta una manera de mostrar el nuevo talante del Gobierno y de indicar cómo serán las nuevas relaciones “no tensas”, “cordiales” y “constructivas” con La Habana?
 
Hoy he sentido la soledad de los cubanos. Y he sentido vergüenza por tanta insensibilidad y cobardía.

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