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Ignacio Villa

El dónde y el cómo

La intervención de José María Aznar en la inauguración de los Cursos de verano de la FAES ha caído como un jarro de agua fría en la dirección popular. No tanto por los contenidos, como por las formas. La exposición del todavía presidente del PP es absolutamente coherente con la línea argumental que siempre ha mantenido, en eso no hay nada que matizar. La cuestión es otra. Es algo tan sencillo como que él ya no ejerce el liderazgo en el partido; por lo que cualquier palabra que diga en público que difiera en un simple acento con la estrategia del partido, se entiende automáticamente como un reproche o como una corrección a su actual sucesor.
 
José María Aznar ha aquilatado durante años una impecable coherencia política en estrategias y mensajes. Ha sido sólido en su gestión de Gobierno y eficaz a la hora de ejercer su liderazgo en el Partido. Pero, ¡ojo¡, que las cosas ya no son como eran. El Partido Popular ya no está en el Gobierno, el líder es otra persona y las formas pueden haber cambiado. Desde luego, con errores o con aciertos, Mariano Rajoy tiene la obligación de quitarse de encima la sombra de Aznar. Por lo que vemos está en ello, aunque intervenciones como la comentada de Aznar no ayudan para nada.
 
El que fuera un excelente presidente del Gobierno tiene cauces más que suficientes para decir a Mariano Rajoy lo que piensa sobre lo que quiera. Pero no parece que una tribuna pública como esta de FAES se pueda utilizar para decir lo que tiene que hacer la nueva dirección del PP. Aznar puede utilizar el teléfono, un almuerzo o una reunión de trabajo para intentar convencer a Rajoy de una cuestión determinada. Pero no debería hacer más reproches en público a su sucesor, ni señalar cual es el camino adecuado para el futuro. Eso no es bueno. Se dan argumentos al Partido Socialista para atacar al PP, se ofrece una imagen de división interna y se dilapida en unos minutos la unidad que es uno de los mejores tesoros de los populares.
 
Aznar está en su derecho de decir y hacer lo que quiera; pero tiene que cuidar el donde y el como. Estos lujos veraniegos son muy perjudiciales para su propio partido. Es volver a las viejas historias de la derecha. Y el horno no está para bollos. El PP tiene como prioridad ahora mismo cimentar el liderazgo de Mariano Rajoy, cualquier salida de tono puede ser muy dañina.

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