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EDITORIAL

Los complejos son los que deben desaparecer del PP

En su conferencia inaugural de la escuela de verano organizada por la Fundación FAES, su presidente, José María Aznar, ha dado un brillante y coherente repaso a lo que ha sido la labor del Ejecutivo de ZP en estos primeros meses de gobierno. Empezando por recordar que el Partido Socialista llegó al Ejecutivo como consecuencia del vuelco electoral provocado por los terroristas del 11 de marzo —“los socialistas lo saben y los demás también"—, el ex presidente del Gobierno ha señalado que, si los socialistas carecían de un programa coherente y sólido antes del 11-M, tres meses después, en el PSOE sigue sin haber un proyecto político que sirva como punto de orientación y de acción de gobierno.
 
Aznar ha llevado a cabo juiciosas advertencias contra los proyectos de reforma constitucional planteados por el Gobierno socialista, pero sobre todo ha criticado la labor del Ejecutivo socialista en materia de política exterior y de seguridad. Frente al terrorismo, Aznar ha reiterado que “la firmeza es la mejor política y el apaciguamiento no detiene las agresiones, sólo nos debilita ante ellas". Así mismo subrayó que, en la negociación de la Constitución europea, España se fue voluntariamente de la "mesa de los grandes" a la "mesa de los niños, donde no se decide nada", y subrayó que "lo peor es que no nos han echado, nos hemos ido voluntariamente". Sobre esta cuestión, Aznar cree que los españoles "harían muy bien en reflexionar qué van a hacer antes de tomar una decisión”.
 
Tiempo habrá para cuestionar, tanto desde el punto de vista de los principios como desde la estrategia política, la conveniencia de votar afirmativamente el referéndum sobre la constitución europea que Zapatero ha negociado con ese grado de desacierto que tanto Rajoy, como ahora Aznar, no han dejado de denunciar. Lo importante ahora es destacar que para Rajoy debe ser un motivo de orgullo, de satisfacción y de estímulo haber venido a suceder a José María Aznar al frente del PP y de las ideas que este partido representa.
 
No es motivo de extrañeza pero sí de enorme satisfacción que las lucidas, oportunas y pedagógicas reflexiones de Aznar hayan creado enorme malestar en el Gobierno y en el partido socialista. Lo preocupante es que un Gobierno nacido de la infamia del 11 al 14M se sintiera cómodo con el discurso de la oposición. No obstante, lo sintomático es que los socialistas, siendo conscientes de su incapacidad para rebatir uno solo de los argumentos esgrimidos por el ex presidente Aznar, se han dirigido de cabeza a morder en el único talón de Aquiles que tiene la derecha: sus complejos. Así, ese exponente del talante ZP que es Alfredo Pérez Rubalcaba, ha exigido a Mariano Rajoy que aclare "si obedece a Aznar o va a decidir, por fin, tener un perfil propio".
 
La democracia y la contienda política entre gobierno y oposición es consustancialmente una batalla de ideas, no un nihilista acomodo de la oposición ante el discurso que impone el Gobierno. Como ha dicho Aznar, "sin principios ni valores sólo queda el oportunismo, el marketing y la demagogia”, y a esto último —añadimos nosotros— nadie le va a ganar a la izquierda.
 
Lo innegable es que, ante la gran mentira en la que quieren instalar definitiva e irreversiblemente los socialistas a nuestra opinión pública, que haya alguien que, como el niño de cuento, se atreva a decir que “el rey va desnudo”, crea una crispación que sólo a los socialistas debería resultar indeseable. Lo patético es que aún haya quienes dando la razón al niño, le reprochen la “oportunidad” de su observación. A esa debilidad moral, intelectual y política le llaman ahora pragmatismo y elasticidad.
 
Confiamos, sin embargo, que no será este el caso de Rajoy. En el momento de recibir el testigo de manos de Aznar, el nuevo líder del PP ya dio muestras de su enorme personalidad al advertir, precisamente, de que no haría ningún esfuerzo por desmarcarse del legado de su antecesor, sino que asumiría “sin complejos y como propio” su discurso político. Y es que Aznar se iba, pero la “sombra” del mensaje del partido y de los votantes quedan. Lo único que tiene que desaparecer del PP son los complejos.
 
Esperamos, pues, que el sentido del humor y la buena retórica que caracterizan al nuevo líder del PP sepan hacer frente a las palabras de Rubalcaba con la gracia y el desprecio que merecen.
 
 
 

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