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Carlos Semprún Maura

Cosas de verano

Siempre ocurre lo mismo: asustadas por la canícula del año pasado, y sus 15.000 muertos (sigo sin creérmelo), las autoridades sanitarias y gubernamentales, nos vienen anunciando que la canícula de éste año será combatida como nunca. Pues resulta que, por ahora, de canícula nada, aparte del sur, de Marsella a Niza, donde hace un calor normal para la región en esta temporada, en el resto de Francia hace frío y llueve, y los hospitales van a tener que cuidar pulmonías, catarros y bronquitis. Y si, como suelen hacer, todos los médicos se van de vacaciones en Agosto, tendremos otro tipo de desgracias.
 
Pero el dossier político-sanitario más importante, en discusión actualmente en el Parlamento, es el de la reforma de la Seguridad social, y concretamente del seguro de enfermedad. El objetivo es sencillo: reducir los gastos, para evitar la ruina total. Pero eso a la oposición de izquierdas le importa un bledo, lo único que le interesa es obstaculizar la acción gubernamental. Como lo intentaron con la timorata reforma de las pensiones, sin lograrlo, o contra la transformación de EDF-GDF, en sociedades anónimas, y el fin del monopolio estatal, que también se ha llevado a cabo pese a todas las resistencias políticas y sindicales, que incluyeron, como ya dije, peligrosos e ilegales sabotajes por parte del sindicato comunista CGT.
 
Pues, mira por donde, ese mismo sindicato y el PCF, están de nuevo entre las fauces de la Justicia, por desfalcos y comisiones ilegales. El comité de empresa de EDF, en manos de la CGT, tenía una muy sabrosa caja negra, que se dedicaba a negocios turbios, y a subvencionar ilegalmente al PCF. Ayer, martes 6, la policía financiera realizó una serie de registros en la sede de la CGT, y hasta en la del diario L’Humanité, en busca de pruebas contables y otras de esas ilegalidades. No es seguro que las encuentren, porque con la experiencia de años, los comunistas han sabido protegerse con todo tipo de “sociedades pantalla”, por lo que los investigadores se encuentran ante un verdadero laberinto como ya ha ocurrido otras veces.
 
La Justicia no está bien vista estos días, y la prensa lo comenta ampliamente. Resumiendo, la opinión pública acusa a la Justicia de liberar, antes de que hayan cumplido su condena, a empedernidos criminales y violadores, como Pierre Bodein, apodado “Pierrot le fou”, que ha pasado 35 años en manicomios y cárceles, sospechoso de haber asesinado, desde que le soltaron en marzo, a por lo menos dos niñas de 11 y 14 años, en Alsacia, como a Michel Fourniret (pero éste, cosa que olvida la gente, estaba encarcelado en Bélgica), que ha reconocido 9 asesinatos y violaciones, pero que podrían ser 15 o 20. Y al mismo tiempo un juez de instrucción, novato y ambicioso, “descubre” una red de pederastas (aquí se dice pedófilos) y encarcela a 17 personas sin pruebas. Después de un proceso totalmente incoherente, el tribunal ha declarado inocentes a siete personas (¡que habían pasado tres años en la cárcel!), e incluso hay serias dudas sobra la culpabilidad de los diez condenados restantes.
 
Hasta el ministro de Justicia, Dominique Perben, se ha inquietado de ése y otros asuntos y poco claros o más bien excesivamente confusos, y planea una reforma en la que el juez solitario sería substituido por un colectivo de tres jueces, lo cual, según él, reduciría el riesgo de errores. Esto ya lo propuso Robert Badinter, hace veinte años, sin el menor resultado.

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