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Carlos Ball

Por qué me fui de Suecia

Hoy me enteré de la muerte de un viejo colega y amigo: Eric Brodin. Encontraron su cuerpo en la playa Kure de Carolina del Norte. Aparentemente murió de un ataque al corazón, mientras nadaba.
 
Hace 20 años publiqué un artículo suyo en El Diario de Caracas, titulado “Por qué me fui de Suecia”. Allí contaba las razones por las cuales emigró de Suecia a Estados Unidos en 1948, donde se hizo ciudadano en 1955. Eric tenía 80 años, pero parecía bastante más joven. Siempre estaba de buen humor. Hasta hace poco fue profesor de filosofía en la Universidad Campbell, pero lejos de querer retirarse seguía escribiendo su columna de opinión. Era un apasionado fotógrafo y sus amigos tenemos docenas de fotografías tomadas por él en diferentes conferencias y reuniones de la Mont Pèlerin Society y de la Philadelphia Society. 
 
En “Por qué me fui de Suecia” Eric Brodin contó muchas experiencias que tocan muy de cerca a tantos otros que también emigramos de nuestro país de origen, decisión siempre difícil y dolorosa. En su honor y recuerdo cito aquí algunas de las razones y explicaciones dadas por él.
 
“Dejé Suecia porque quería ser libre de elegir el trabajo que deseara, sin ser obligado a pertenecer a ningún sindicato y sin ser compulsivamente afiliado (y tener que pagar la cuota respectiva) a un partido político escogido por el sindicato: partido por el cual yo nunca hubiera tenido simpatía…
           
Dejé Suecia porque es un país donde me estaban negados, de una manera concreta, los frutos de mi labor… donde hasta la mitad de un modesto salario es absorbido por impuestos… donde un empresario puede ser cargado con el pago de impuestos especiales por ‘exceso de ganancias’ y sobrecargado por servicios sociales para los empleados desde 40% a más de 70% del salario… donde todos tienen que enfrentar  22,5% del llamado impuesto de valor agregado… donde en suma tendría que ver dos tercios de mis ganancias succionadas para financiar un sector público hipertrofiado y mantener –por añadidura– a las ‘clases indolentes’ en constante crecimiento…
 
Dejé Suecia porque se me había negado no solamente el derecho a heredar los frutos del trabajo honrado de mis padres sino también el derecho de legar a mis hijos mis posesiones, debido a punitivos impuestos sobre la herencia…
 
Dejé Suecia… porque me di cuenta que era un país donde los derechos de propiedad eran en todas partes recortados y difamados… donde aquellos que tienen viviendas particulares sufren la calumnia sin precedentes de la propaganda estatal...
 
Dejé Suecia porque es un país donde, a pesar de que hay una libertad formal de reunión y de palabra, hay un control total del gobierno sobre la radio y la televisión… donde no hay lugar ni oportunidad para defender las opiniones opuestas… donde, con pocas excepciones, los periódicos y revistas de opinión reciben subsidios gubernamentales, con todo lo que eso implica…
 
Dejé Suecia porque deseaba buscar para mí y para mis hijos el derecho y los beneficios de la educación y Suecia es un país donde 99,7% de la educación ha sido sometida por el sector público… donde las escuelas ‘activistas’ someten a los niños a adoctrinamiento socialista, pero la presencia contraria es impedida, con el fin de forzar el objetivo del Estado absoluto… donde la escuela ha llegado a ser un instrumento para transformar la niñez en uno más de los dientes de la rueda del Estado socialista… donde la excelencia del estudiante es considerada como deslealtad a la colectividad escolar…
 
Dejé Suecia porque quería tener el derecho y la libertad de escoger a mi médico y mi dentista… porque quería que mi hijo fuera mío y no del Estado… Yo quería tener el derecho a educar a mi hijo de acuerdo con mis propias convicciones éticas y religiosas… Yo quería escapar de una sociedad en la cual… una joven de 14 años puede abortar sin permiso de sus padres…
 
Dejé Suecia… donde más de una tercera parte del total de la fuerza laboral es empleada por el gobierno… porque quería escapar de una sociedad politizada y forzada dentro de un sistema socialista y opresivo… donde las leyes y los jueces sirven fines ideológicos estrechos.
 
Finalmente, dejé Suecia porque quería mantener mi dignidad como individuo… sin ser compelido a asociarme a un Estado Leviatán, a un colectivizado Valiente Nuevo Mundo o a un totalitario 1984.
 
Todo esto fue lo que me movió a dejar las bellezas de mi tierra ancestral, dejando atrás a una sociedad pervertida por la ideología de la gran mentira socialista”.
 
© AIPE
 
Carlos Ball, director de la agencia AIPE y académico asociado del Instituto Cato

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