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Carlos Semprún Maura

Turcos en la costa

El primer ministro turco, Erdogán, islamista "moderado", estuvo en París para defender la candidatura de su país a la UE. Se entrevistó con las autoridades francesas y líderes de partidos políticos para intentar demostrarles que Turquía era más europea que Polonia. No lo ha logrado.
 
Con esa unanimidad en la imbecilidad que caracteriza la política francesa desde hace años, todos los responsables declararon prácticamente lo mismo: "Oui, mais..." (Sí, pero...). Chirac repitió lo ya dicho, la vocación europea de Turquía es evidente, pero por ahora no es posible. La UMP y la UDF estaban y siguen en contra. El PS demostró una vez más su dominio absoluto de la hipocresía. Una de sus portavoces, Annick Petit, reafirmó que el PS era favorable a la entrada de Turquía en la UE: "a condición de que respete los criterios de adhesión. Pienso en los derechos humanos y en el reconocimiento del genocidio de los armenios en 1915". O sea nunca. Las asociaciones armenias en Francia, que cada vez son menos, se manifestaron contra Erdogán y asimismo exigieron que Turquía reconociera el genocidio armenio. Otros exigieron que los turcos se retiraran de esa zona de Chipre que conquistaron militar e ilegalmente, piratería aceptada por la ONU y la UE, cuyos criterios sobre derecho internacional son fluctuantes.
 
Me pregunto porqué se pierde tanto tiempo y se demuestra tanta hipocresía, cuando políticos como Giscard d'Estaing, François Bayrou y Alain Juppé, porgamos, dicen las cosas claramente: Turquía no está en Europa. Cabe preguntarse asimismo, porqué los Estados Unidos y el Reino Unido insisten tanto, afirmando lo contrario. Puede que sea un intento para que Europa se limite a ser un gran mercado común, sin llegar jamás a tener una política, una diplomacia y una defensa realmente unidas. Porque si es muy difícil, como se ha visto, llegar a una Europa unida, jamás vencida, con Turquía será imposible. Lo cual, las cosas siendo como son en esta maldita Europa, no tendría sólo inconvenientes. Como lo demuestra una vez más la elección de Josep Borrell como presidente de turno del Parlamento europeo, resultado de un trapicheo entre los populares y los socialistas, castigando a Geremek, por su postura de solidaridad democrática internacional durante la crisis iraquí. La repanocha. Y, ¿es esa la Europa que va a entusiasmar a los ciudadanos europeos? Francamente, espero que no.
 
Volviendo al patio franchute, otra reforma, mala o mejor dicho insuficiente, ha sido votada en el Parlamento, la del seguro de enfermedad. Y yo me digo que a fin de cuentas, la resistencia contra las reformas por parte de los sindicatos y partidos de la oposición ha sido ridícula, cada vez menos manifestantes, cada vez menos oposición, hasta el punto de que para obstaculizar la reforma de EDF y GDF, el sindicato comunista CGT tuvo que recurrir a sabotajes porque no podía movilizar a masas en las calles. Pero el gobierno, temiendo a que se repitieran las grandes manifestaciones de 1995, se ha mostrado tan timorato que ha perdido una buena ocasión de reformar en serio, profundamente.

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