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Porfirio Cristaldo Ayala

Pobre Bolivia

En una hacienda boliviana, muchos años atrás, peones mestizos e indios jugaban alegremente un partido de fútbol. La peculiaridad del juego estaba en que las pelotas eran las cabezas de los hacendados. Esta anécdota es parte de la trágica historia boliviana de violencia e inestabilidad política que condenó al país al atraso y que se creía había acabado con el arribo de la democracia en 1982 y la economía de mercado en los años 1990.
 
Gonzalo Sánchez de Lozada hizo las privatizaciones y reformas en su primer periodo (1993-1997). Bolivia llegó a tener una de las economías más abiertas y libres de la región. Pero la estabilidad no duró lo suficiente para traer prosperidad. Hugo Bánzer, electo en 1997, continuó las reformas pero renunció en 2001 acosado por protestas. En las elecciones de 2002, a falta de un vencedor claro, el Congreso, dejó de lado a Evo Morales y eligió a Sánchez de Lozada. Este reprimió con dureza el cultivo de la coca (utilizada en la fabricación de cocaína), a pedido de EEUU, provocando violentas marchas, huelgas y cierres de rutas organizadas por el dirigente cocalero socialista Evo Morales, en las que murieron muchas personas y le obligaron a renunciar en 2003.
 
El socialismo se alió al cultivo de la coca. En un principio se oponían al impuesto al salario y al ALCA, pero luego apelaron al sentimiento nacionalista y antiamericano, rechazando la venta de gas natural a EEUU, a través de un puerto en Chile, país que les arrebatara su costa sobre el mar en la guerra de 1879-1883. El gigantesco proyecto de gas de 3 mil millones de dólares no resulta rentable por un puerto peruano. Pero Bolivia precisa exportar su gas para crecer. Tiene la segunda reserva de gas más grande de Sudamérica. Las regalías e impuestos de la venta de gas a EEUU pueden alcanzar 1.200 mil millones de dólares anuales o más, para financiar la educación, salud, seguridad, rutas, etc.
 
La venta del gas no es fácil porque existen pocos compradores. Argentina importó 1,9 TCF de gas boliviano durante 28 años. Bolivia tiene un contrato de exportación con Brasil hasta 2019, de un total de 7,7 TCF. Pero las reservas bolivianas suman a 53 TCF y cada día se descubren nuevos depósitos. El consumo boliviano total en 20 años será de apenas 1,8 TCF. Sólo quedan los mercados de ultramar.
 
La privatización de la petrolera estatal YPFB en 1996 fue un éxito. Se dividió en tres empresas y se invitó a las petroleras extranjeras a capitalizarlas a cambio del control administrativo y el 50% de las acciones, con el compromiso de invertir el valor de la capitalización en 8 años. Las petroleras invirtieron más de 2.500 millones de dólares en exploración, multiplicando las reservas nueve veces. Todas las petroleras deben asociarse a YPFB, que fiscaliza la producción y comercialización, pues el gas y el petróleo son del Estado. Es difícil imaginar una estructura más conforme al socialismo.
 
Pero la izquierda radical, los indígenas y cocaleros exigen ahora la nacionalización de los hidrocarburos y el fin de la exportación de gas para no beneficiar a las multinacionales. No importa el país. Para evitar el colapso el presidente Carlos Mesa llamó a un referéndum de cinco preguntas que buscan abolir la ley de hidrocarburos, recuperar la propiedad del Estado en los pozos, refundar YPFB para recuperar la propiedad estatal, usar el gas para lograr una salida al Pacífico y permitir su exportación, aumentando impuestos y regalías hasta en 50% del valor de la producción.
 
Mesa obtuvo el “sí” de los votantes en las cinco preguntas. Pero el incumplimiento de los contratos con las petroleras y el aumento de las regalías e impuestos originarán reclamos en tribunales internacionales y ahuyentarán las inversiones, destruyendo empresas y empleos. Y refundar YPFB es volver al clientelismo, corrupción e ineficiencia. El país caerá en el déficit, la recesión y la cesación de pagos de su deuda externa, comenzando un nuevo ciclo de inestabilidad y miseria.
 
Extrañamente, gran parte de la culpa de esta inmensa tragedia es la absurda guerra contra las drogas desatada por EEUU desde 1987, que afianzó el sentimiento antiamericano en Bolivia. Si se hubieran respetado los derechos de propiedad de los cocaleros, no hubiera surgido Evo Morales, ni un indigenismo marxista, ni el rechazo popular a las multinacionales, al ALCA y a la economía libre.
 
© AIPE
 
Porfirio Cristaldo Ayala es corresponsal de AIPE y presidente del Foro Libertario.

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