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Isabel Durán

La transmutación de la Comisión

Discreta y educadamente, comiendo chicle, con cara de pena, Alfredo Pérez  Rubalcaba tuvo su intervención estelar en la comisión de no  investigación de los atentados del 11-M. Intentó convencer a los asistentes de que el PSOE no tuvo nada que ver ni con las intoxicaciones sobre la investigación judicial transmitida por Acebes en tiempo real, ni con los bulos que confundieron y espantaron al país en contra del Ejecutivo de Aznar, ni con las manifestaciones ante las sedes del PP durante la jornada de reflexión. ¡Angelitos! ¡Si fue el Gobierno quien cortó la comunicación con el PSOE la noche del atentado al decirle Rubalcaba a Javier Zarzalejos, secretario general de Presidencia, “Javier esto apesta a terrorismo islámico”! Y ¡zas! El Gabinete les tuvo a dos velas hasta la jornada de reflexión en que sólo sale el responsable electoral del PSOE a la palestra por culpa de las intervenciones previas de Zaplana y Rajoy. ¡Hay que fastidiarse!
 
Según Rubalcaba, el jueves 11 por la noche el PSOE sabía perfectamente que el explosivo era dinamita goma-2 marca ECO y así se lo transmitió a Zarzalejos. Añade en su fantástica y pueril versión de la moviola de aquellas atroces jornadas, que nunca hablaron con ningún miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, cuando por cierto todos los mandos policiales que han pasado por la comisión aseguran que no supieron el tipo de explosivo hasta las cinco y veinte de la madrugada del día siguiente tras los pertinentes análisis. Asegura que la “sobredesinformación” del Ejecutivo provocó la espontánea reacción popular la noche de las horas previas a la apertura de los colegios electorales donde comprendía que participara la gente aunque no la aprobaba. Valoró salir al ruedo a condenarla pero decidió no hacerlo “no fuera a ser que provocara el efecto contrario”.
 
Pero Rubalcaba no se lleva el premio gordo de la comisión en solitario. El ministro del Interior rivalizó en cinismo rayano en la falta de vergüenza. Les faltó mofarse del PP y de todos sus votantes a carcajadas, pero eso se lo dejaron al resto de sus señorías de la bancada socialista que habían acudido en bloque a aplaudir con las orejas a los jefes. Volviendo a lo que nos trae al caso, basten dos ejemplos. Rubalcaba evocó su exigencia de información a tiempo real de las investigaciones policiales bajo secreto del sumario y acto seguido el actual ministro del Interior se quedaba tan ancho al manifestar que sólo el juez es el titular exclusivo y excluyente de las investigaciones judiciales y que por tanto ahora ya no se transmite ni un solo dato más de los atentados. Y que sepa además quien lo solicita que al hacerlo pone en riesgo la seguridad del Estado, por tratarse de operaciones que afectan a peligrosos terroristas, según Alonso.
 
De la misma manera, mientras Rubalcaba acusaba al anterior Gobierno de mentir y manipular al ocultar a la opinión pública la existencia de una furgoneta que contenía una cinta en árabe y unos detonadores, minutos después, el actual ministro del Interior aseguraba que el coche —del que sólo hemos conocido su existencia gracias al diario El Mundo— descubierto por la denuncia de una vecina el 13 de junio, situado a veinte metros de la furgoneta de los atentados y que contenía también una cinta coránica —además de una pistola y demás enseres terroristas— no ha sido puesto en conocimiento del juez instructor de la causa hasta mes y medio después del descubrimiento. Y sólo debido a las pruebas de ADN, “único dato objetivo” que lo vinculaba con los atentados.
 
Para más INRI, el actual ministro reiteró hasta en tres ocasiones cómo en un Estado de Derecho, la policía sólo se debe al juez instructor pero no se inmutó cuando relató la secuencia de los hechos del descubrimiento de este nuevo vehículo y dijo: “El anális del ADN se recibe el 19 de julio, el 20 de julio la Comisaría General de Información me lo comunica a mí y al secretario de Estado y se pone en conocimiento del juez instructor el 21 de julio”. Como se ve, una total adscripción al juez del Olmo.
 
Puede decirse que hay un antes y un después en la comisión sobre los atentados del 11-M tras la intervención de Ángel Acebes y la conclusión rotunda y contundente que se extrae de la misma es que el Gobierno popular no mintió. Sin embargo, las casi con toda probabilidad últimas comparecencias ante los comisionados por parte del que fuera responsable de estrategia electoral del PSOE durante los atentados y en la jornada de reflexión y del actual ministro del Interior han sido una patética avanzadilla, un preludio de la legislatura que nos espera instalada en el todo vale con tal de hundir al PP.
 
En septiembre, la comisión de no investigación del 11-M se transmutará en un Pacto de Estado contra el Terrorismo Internacional, formado por quienes tacharon de racista al Gobierno de Aznar por haber convertido a España en el primer país de la UE con más terroristas islámicos detenidos y le acusaron de querer poner entre rejas a todo aquél “con aspecto árabe” por la mera posesión de “jabón”. Al PP lo van a poner contra las cuerdas, porque el nuevo pacto supondrá, de facto, el fin del Pacto por las Libertades y contra el Terrorismo que tantos y tan buenos frutos ha dado. Y si no, al tiempo. ¡A por el Pacto Dixan!

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