Menú
Aníbal Romero

Errores en la oposición a Chávez

Hace poco más de un mes, el gobernador Enrique Mendoza, uno de los líderes de la oposición venezolana, aseveró que "Nuestra campaña dejará muy claro que el próximo gobierno democrático de unidad nacional garantizará firmemente la continuidad democrática del Estado... no habrá patada a la mesa sino respeto estricto a las reglas del juego democrático y al marco constitucional que lo sustenta". Por otra parte, la oposición ha venido insistiendo que, en caso de vencer en el revocatorio, iniciará un gobierno "con y para los pobres" y ha hecho del tema de la lucha contra la pobreza cuestión central en su mensaje.
 
Existe amplio consenso acerca de la magnitud y urgencia del problema de la pobreza que aqueja a millones de venezolanos. Este no es asunto que pueda resolverse a corto plazo ni susceptible de remedios meramente asistencialistas. Si bien comparto esa legítima preocupación, me temo que el desafío de la pobreza no es el principal problema del país en estos momentos ni en el futuro previsible. El reto clave no es social sino político y se refiere al imperativo de, en primer término, derrotar al gobierno chavista, y en segundo lugar desmantelarle como régimen para garantizar el fin del proyecto revolucionario y la imposibilidad de su futuro renacimiento.
 
En tal sentido, llaman la atención las palabras del gobernador Mendoza acerca de la intención opositora de "garantizar la continuidad democrática del Estado". ¿De cuál Estado? ¿Del Estado en que se sustenta el régimen revolucionario? ¿Hasta cuándo seguirá la dirigencia opositora presumiendo que estamos ante un Estado democrático? ¿Qué más tienen que experimentar para convencerse de que estamos frente a un adversario implacable y carente de escrúpulos, decidido a aferrarse al poder a toda costa? ¿Cuándo entenderán que hemos llegado adonde estamos en buena medida por los enfrentamientos violentos que se han producido?
 
Preocupa lo que planea hacer la oposición, en el marco de un todavía hipotético nuevo gobierno. Sería alentador que tuviesen claro que no se trata tan sólo de derrotar a Hugo Chávez en el referéndum, tarea de por sí más compleja de lo que algunos creen, sino de actuar de inmediato con decisión y fortaleza para desmembrar sistemáticamente el régimen revolucionario y re institucionalizar el país.
 
¿O es que acaso los dirigentes de oposición, en no pocos casos políticos ávidos de poder y prebendas, suponen que podrán gobernar con la actual Asamblea Nacional, con el Tribunal Supremo constituido del modo en que lo está, con el "poder moral" que ahora existe y con las Fuerzas Armadas en manos de la oficialidad genuflexa que la conduce?
 
Mucho se escucha hablar de reconciliación, pero muy poco de justicia. La propaganda de la oposición en los medios es una especie de pálido reflejo de las consignas demagógicas del chavismo. De nuevo, el objetivo pareciera ser competir con Chávez en su propio terreno, cosa que es imposible y contraproducente. La dirigencia opositora ha olvidado su deber pedagógico hacia una población ignorante acerca de la verdadera situación del país y el significado real la llamada "revolución bolivariana".
 
Lo que falta en la entre los dirigentes de la oposición a Chávez es coraje para claramente decir la verdad a los venezolanos. Actúan bajo las mismas premisas manipuladoras de Chávez y su régimen. La campaña que se está perfilando se caracteriza por el predominio de la manipulación mediática, plagada de cuñas que aspiran transmitir una alegría artificiosa y un ánimo superficial porque no se basan en realidades sino en ficciones. Los pobres siguen siendo tratados como débiles jurídicos y hasta mentales, y con la consigna "gobierno con y para los pobres" se da la espalda a la poderosa clase media, que ha llevado sobre sus hombros el peso esencial de la lucha contra el oprobio chavista.
 
Confío que una mayoría de venezolanos votará contra el régimen de Chávez, pero manifiesto mi preocupación por lo que después hará la oposición en el gobierno. No observo aún la claridad de propósitos que se requiere para llevar a cabo lo que Venezuela y la democracia nos reclaman hacer, que nos es otra cosa que desmantelar el chavismo, ponerle fin a su amenaza, y de esa manera impedir que le ocurra a nuestro país lo que a la Argentina con la patología peronista, que ha asolado ese país por 70 años sin que se muestren capaces de asfixiar el mito que una y otra vez les destruye.
© AIPE
 
Aníbal Romero profesor de Ciencia Política en la Universidad Simón Bolívar

En Internacional

    0
    comentarios