Este culebrón me está quedando un poquito largo, qué quieren que les diga. El intermediario Santos Márquez nos dijo el martes en "El Tirachinas" de la Cadena COPE que Samuel Eto'o quería jugar en el Real Madrid, y sólo veinticuatro horas más tarde (en el mismo programa y más o menos a la misma hora) un amigo del futbolista –Tolo Salom– decía justamente todo lo contrario.
La penúltima de Samuel, puesto que quienes le rodean aseguran que todavía le queda por realizar un movimiento que definen como "espectacular", es que el camerunés dice que no se reincorporará a la disciplina del Mallorca hasta que cumpla justo un mes de vacaciones. Supongo que ahí tendrá que decir algo Mateo Alemany. El caso es que, respetados debidamente todos y cada uno de los diferentes puntos de vista (¡no faltaría más!), desde el del propio jugador, sus representantes y su entorno, hasta el del Mallorca, pasando por el que pueda tener de todo este asunto el propio Fútbol Club Barcelona, queda todavía por analizar el último, y no por ello menos importante, punto de vista: el del Real Madrid Club de Fútbol, a la sazón propietario del cincuenta por ciento de los derechos del delantero.
Samuel Eto'o quiere ser feliz, y ahora únicamente falta saber cómo se puede conseguir que el camerunés juegue donde él quiera, libre y sin ataduras psicológicas, sin que eso lesione gravemente los intereses de terceros, convirtiéndoles por tanto en infelices a costa de la dicha de otro. El Real Madrid piensa que Eto'o vale bastante más que los veinte millones de euros ofrecidos por el Barcelona (diez para el Mallorca y diez para el club merengue) y rechazados por Mateo Alemany. Y yo creo que el Real Madrid tiene toda la razón del mundo. Si Carvalho, defensa pretendido por Florentino Pérez, acaba de costarle treinta millones de euros a Abramovich, Eto'o puede valer fácilmente el doble de esa cantidad.