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Ya lo dijo Calderón, la vida es sueño. Sueña el rey que es rey, y vive con ese engaño mandando. Sueña Montilla que es doble licenciado, y pone en su currículum que “cursó” estudios de Economía y Derecho. Bueno, pues ahí está, disponiendo y gobernando; es más, exigiendo capacitación y competencia a los gestores de las empresas públicas. Sueña el que a medrar empieza. Y sueña el que afana y pretende. Así, sueña ese cordobés que Cataluña es nación, y España nación de naciones. Pero lo pronuncia impostando, forzando. Imitando el acento de una lengua que ignora. Con aquel falso deje ampurdanés de Sazatornil en La escopeta nacional, cuando intentaba colocarle una contrata de porteros automáticos a un jerarca del Movimiento. Y es que lo dice soñando.
 
Sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza. Sueña Bono que no terminó dos carreras en ICADE; seguramente, el centro académico más exclusivo y elitista de su época. Y que puede hacerse pasar por humilde dependiente de ultramarinos que canta las verdades del barquero. Sueña que posa agarrado a un botijo; y que suelta que lo suyo es el mus, después de advertir a los cándidos de que “hay que distinguir entre las ciencias parapsicológicas y la brujería y el ocultismo”.
 
Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece. Sueña el joyero. Sueña el que agravia y ofende. Sueña Felipe González que es capaz de esconder la piedra negra que lleva dentro. Y que si le hablan de universidades americanas, jamás dirá: “Yo eso de pagar una cátedra para que me escuchen…” Porque sueña que si lisonjero se ve, y no de prisiones cargado, nada debe agradecer al que ayer comparaba con un perro en la contraportada de El País. Éste cree que el mayor bien es pequeño, ése es su sueño
 
¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión.¿Qué es Zetapé? Un pensador. Sí, yo sueño que estoy aquí. Pero lo de Göran Person, el primer ministro sueco, es más grave. Porque ese tipo, que no entiende una palabra de castellano, ha descubierto en el otro, que sólo sabe deciryes, a un fino intelectual de una “gran inteligencia”. Después de oír eso, ya no necesité más prueba de que la vida es una sombra, una ficción. Y es que en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que no son, aunque ninguno lo entiende. Pero ya dijo Calderón que todo en la vida es sueño. Y los sueños, sueños son.

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