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Amando de Miguel

Regañinas por correo

Son numerosas las amistosas reconvenciones que recibo por los errores que se deslizan en mis escritos. Pongámoslos en la picota para general contemplación. Servirá así de adoctrinamiento. Por ejemplo, Basilio Fernández Junquera sostiene que yo no pude ver de chico las “perras” de la época de Isabel II. Las que yo ví eran realmente las monedas de cobre del tiempo de la I República, unos años después del destronamiento de Isabel II. Sí está de acuerdo don Basilio en que esas monedas llevaban un león. Esa figura, al desgastarse por el uso, dio en la familiaridad de considerar al animal como una “perra”. Por cierto, mi quinto apellido es Junquera, por lo que don Basilio y yo debemos de ser primos lejanos. A propósito de “poner en la picota” (tablado para exponer a los reos de antes). José Ángel García-Escribano y López recoge esta perla. Un periodista de Canal Sur Televisión afirmó que “el asunto Fungairiño estaba en la piqueta”. Quiso decir la picota. Aun así, la alusión habría sido poco feliz, pues Fungairiño persigue a los reos, no es un reo. Pero, en fin, como decía el de Lavapiés, “columna que algo queda”.
 
 Decía yo que individuo es un genérico como persona, que sirve para los dos sexos. José Luis Martín Tordesillas (asiduo de la casa) me censura con razón. “Individuo tiene el femenino de individua, si bien afectado de connotaciones peyorativas”. Es cierto. Como lo es que el femenino de prójimo (a quien se debe amar) es prójima, también despectivo. No hay que escandalizarse de ese poso machista del lenguaje. También hay ejemplos al contrario. Una eva es una anfetamina sintética que proporciona diez dólares de felicidad. Estar “hecho un adán” es ser un tipo descuidado o indolente. Por otra parte, un zorro es un hombre astuto y listo, cuando una zorra es una puta. Así podríamos seguir hasta el infinito. No hay por qué molestarse.
 
Qué razón tiene José Luis Fernández Fernández cuando me descubre el error garrafal de chupa me dómine. Naturalmente, el latinajo auténtico debe ser chupa de dómine. Se dice, para reprender a alguien, “ponerle como chupa de dómine”, esto es, como una especie de sotana o casaca sucia, como era la que llevaban los antiguos preceptores. Si yo he escrito “chupa me dómine” es por una bárbara asociación que quiere hacer que la expresión parezca todavía más latinajo. Así la he oído yo muchas veces y se me ha pegado el barbarismo o la barbaridad. Pido perdón. Salvador Fontán me sugiere, con gracia, que, puestos a desbarrar sería mejor decir chúpame, domine. El error de mi expresión es parecido al de decir modus vivendi (que está bien armado en latín), pero con el significado espurio de “salario, dinero que se gana”. Modus vivendi es una forma de acuerdo diplomático, de negociación entre las partes.
 
Como no me dejan pasar ni una ─y hacen bien─, Eduardo Martín me reprende por lo de “echar agua al canario” como eufemismo para mear. Tiene razón al advertir que el correcto circunloquio es “cambiar de agua al canario”.
 

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