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Ricardo Medina Macías

Asimetrías en casa del ahorcado

El comercio, como muchas otras actividades de intercambio libremente pactadas, supone partidas y contrapartidas.

El mundo ideal, en la cabeza de algunos iluminados, será aquél en que todos los países exporten todo lo que puedan a un punto perdido en medio de alguno de los océanos. Así, todos tendrían superávit comercial garantizado. Nadie compra y todos venden, aunque nadie sabe responder ¿a quién?
 
En el MERCOSUR, para que nadie se tome muy en serio eso de que los tratados comerciales son para beneficiar a los consumidores, el gobierno argentino ya puso aranceles a los electrodomésticos –línea blanca- importados de Brasil. Por supuesto, Brasil ya está buscando una represalia comercial similar contra Argentina.
 
Es obvio, para el consumidor de cualquier nacionalidad, que estas tácticas de negociación comercial –por darles un nombre civilizado– sólo perjudican a los consumidores. Pero lo que es obvio para los consumidores resulta arcano para algunos políticos.
 
Ante las críticas que suscitó este episodio de burdo proteccionismo comercial, el canciller argentino Rafael Bielsa elaboró una respuesta memorable.
 
Dice Bielsa que, bien vistas las cosas, este episodio proteccionista, que sólo aspira a corregir una “temporal asimetría”, beneficiará a los consumidores argentinos porque muchos de esos consumidores –quién sabe cuántos porque Bielsa no lo ha investigado– viven directa o indirectamente de que las empresas argentinas productoras de electrodomésticos (que no son competentes ni competitivas en los mercados internacionales) sigan existiendo.
 
Bielsa, como buen político social burócrata, tiene curiosas nociones éticas, estéticas y geométricas. Por ejemplo, la de simetría.
 
El comercio, como muchas otras actividades de intercambio libremente pactadas, supone partidas y contrapartidas. Yo te compro unos zapatos a 500 pesos porque me conviene y tú accedes a darme los zapatos porque prefieres los 500 pesos a los zapatos. El hecho de que este intercambio –el nombre lo dice– sea de ida y de vuelta no significa que sea simétrico en el sentido de identidad, a menos que alguien sea tan idiota como para querer depositar unos zapatos en el banco o como para querer calzarse con cinco billetes de 100 pesos.
 
Por el contrario, el comercio existe porque hay asimetrías. Hay miles de personas en el mundo que saben más economía que el señor Bielsa, cualquiera de ellas podría con gusto darle clases al canciller argentino a cambio de una fracción del sueldo que percibe ese funcionario. Comerciarían así libremente para cubrir sus asimetrías: El economista sabe más que Bielsa, pero Bielsa tiene más dinero que el economista.
 
Ahora bien, este cuento de las asimetrías –tan querido para el actual gobierno argentino que ha sacado del bote de la basura las más desacreditadas teorías económicas– es como mencionar la soga en casa del ahorcado, cuando se lo cuentan a los ahorradores argentinos: Tenían en el banco (antes del corralito y de los desastres provocados por políticos como Bielsa) pesos argentinos que valían, por ley, lo mismo cada peso que un dólar estadounidense y les entregan hoy pesos argentinos que valen la tercera parte o menos que un dólar estadounidense.
 
Bueno, pero eso no es asimetría. Es robo social burócrata. 
 
© AIPE
 
Ricardo Medina Macías, es analista político mexicano

En Libre Mercado

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