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Quien mal empieza...

De los dos millones de dólares del contrato con Piper, tan sólo 12 mil dólares se gastaron en asuntos relacionados con la medalla del Congreso al presidente Aznar. Esto es, el 0’006 por ciento del total.

La sed de venganza del felipismo, la ambición del polanquismo y la bisoñez del nuevo gobierno han llevado a Rodríguez Zapatero a adoptar una serie de gestos –que ni siquiera políticas- cara a los Estados Unidos que no sólo están teniendo una honda repercusión en la relación bilateral, sino que amenazan con volverse, cual boomerang, en contra del propio presidente socialista.
 
Por ejemplo, la famosa denuncia del uso de un lobby, Piper Rudney, por el anterior gobierno popular, según los portavoces socialista no en beneficio del interés nacional sino en provecho de la persona de José María Aznar. Como si de un delito se tratase, el actual gobierno sesgó la información al respecto y prometió un airado cambio de aproximación a Washington. Ahora, en contra de la opinión del ministro de asuntos exteriores y de su secretario de estado, Bernardino León, Moncloa ha ordenado al nuevo embajador ante los Estados Unidos, Carlos Westendorp que ponga fin al contrato con Piper Rudney.
 
La secretaria de estado de Comunicación del presidente Zapatero quiere jugar la baza mediática de presentar una relación límpida y translúcida entre el ejecutivo socialista y la casa Blanca. Pero no le va a salir bien la jugada. Por varias razones. La primera, que, como es bien sabido, Felipe González ya recurrió en su día, con motivo de su viaje a Norteamérica en el 83, las labores de un grupo de apoyo mediático. El propio Julio Feo fue el encargado de contratarlo y lo ha admitido. Lo que no se dice por aquí es que, a diferencia de la contratación de Piper, que contó con el visto bueno de la intervención del Estado y de la asesoría jurídica de exteriores, el lobby del 83 se contrató y pagó a cargo de los fondos reservados en una lasa interpretación de que servía para la defensa de los intereses nacionales. También por eso no consta factura ni justificación alguna de aquella actividad. No es el caso de Piper y el gobierno Aznar. Las facturas ya han sido difundidas, de manera parcial, por El País y en ellas se relatan las actividades acometidas por la gente de Piper Rudney y su coste. Así se ha podido determinar, por ejemplo, que de los dos millones de dólares del contrato con Piper, tan sólo 12 mil dólares se gastaron en asuntos relacionados con la medalla del Congreso al presidente Aznar. Esto es, el 0’6 por ciento del total.
 
En segundo lugar, porque los responsable del lobby americano no parecen querer aceptar la rescisión unilateral y sin justificación de su contrato. Como es lógico. Y advierten que de obrar así el actual gobierno español, recurrirán a sus tribunales en defensa de sus derechos. Un lío judicial que en poco puede contribuir a mejorar la imagen del gobierno socialista, por lo demás fatalmente dañada desde el anuncio de la retirada de Irak.
 
Es más, si Zapatero ha hecho todo cuanto ha estado en su mano para desmarcarse de Bush y apoyar a Kerry, flaco favor se está haciendo a sí mismo con la ruptura con Piper. No es casualidad que este lobby haya sido el principal actor en la campaña de búsqueda de fondos para el candidato demócrata. Romper de mala manera con Piper Rudney equivale a segarse el camino hacia Kerry, por lo demás ya bastante arduo como muchos líderes demócratas han recordado una y otra vez a los dirigentes socialistas.
 
Y lo peor de todo es que Zapatero se ha creado él solo estos problemas. Todo por querer enturbiar la imagen de un Aznar buen presidente, mucho mejor que un González, cuestión que le resulta insoportable. Su actitud vital y espontánea de LSMA (Lo que Sea Menos Aznar) le lleva ciegamente a tamaño berenjenal supuestamente por un 0’6% de un contrato de asesoramiento al gobierno español, a negar la visión pragmática de los responsables de exteriores y a quedarse definitivamente más sólo que la una en Washington. Habrá que preguntarle a Carlos Westendorp a que cocktails le invitan y en qué mesa le sientan en los próximos meses.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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