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Zapatero goes to America

La política del gobierno Zapatero hacia los Estados Unidos ha oscilado entre la frivolidad y el odio visceral.

Los fontaneros de la comunicación de la Moncloa están haciendo lo indecible en la preparación del viaje del presidente socialista a tierras norteamericanas. Los rubalcabas de turno pretenden que el paso de Zapatero por Nueva York a finales de septiembre sea visto por estos lares como un signo más de la normalidad en la relación bilateral entre Washington y Madrid. Pero deberían ser saber que su tarea es una misión imposible.
 
Para empezar, Zapatero, es verdad, viajará a los Estados Unidos, pero no va de visita oficial a ese país, sino que pisa suelo americano porque asiste a la Asamblea General de la ONU el 21 de septiembre. El motivo y las circunstancias del viaje, por tanto, poco tienen que ver con una agenda bilateral profundamente mermada y cuyo contenido hasta la fecha se puede simbolizar es ese "¿Qué tal, George?" y los siete minutos de conversación en la cumbre de la OTAN en Estambul.
 
Disfrazar la presencia en la Asamblea de la ONU con la relación bilateral es insostenible. Tal vez por ello desde la Moncloa se lucha por dar un mayor contenido a la presencia de Zapatero en Nueva York. Pero lo que han logrado ha sido más bien exiguo. Convencidos de que nada hay que hacer para mantener una reunión de alto nivel con el Presidente Bush y a fin de evitar una imagen de fracaso en este terreno, Zapatero se ha decidido por hacer una intervención pública de la mano de un think-tank privado. Pero se ha equivocado de institución.
 
Cuando un mandatario quiere dar un discurso con repercusión mediática y política en los Estados Unidos elige alguno de los institutos de reconocido prestigio. Think-tanks en América hay miles, pero con solera y reconocimiento pocos. Franceses, alemanes e italianos, entre otros, han elegido normalmente el CSIS o la Brookings Institution en Washington, y el archifamoso Council on Foreign Relations en Nueva York. El actual presidente español, sin embargo, se ha inclinado –desconocemos los motivos- por el World Policy Forum, una reunión de tercera.
 
Todavía más gracioso. Su presentación podrá ser seguida por aquellas personas que paguen 500 dólares. Nada de acceso libre, sino una intervención "privatizada" al máximo. Lástima que la cifra esté tan alejadas de los cubiertos por cenar y escuchar al Gobernador de California, músicos y actores. Incluso de los políticos americanos. ¿A qué se deberá? ¿A que el presidente quiere hablar para el gran público (que se gaste 500$)? ¿O porque su precio está muy devaluado?
 
La política del gobierno Zapatero hacia los Estados Unidos ha oscilado entre la frivolidad y el odio visceral. La visita a la ONU podría haber servido para establecer unos mejores lazos con las autoridades estadounidenses y con los líderes del equipo demócrata. No va a ser así porque el gobierno español no ha querido hasta ahora más que legitimarse con actitudes antiamericanas. Y eso lo saben en aquel lado del Atlántico. Tanto republicanos como demócratas.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.  

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