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José García Domínguez

Pobres americanos

Pones a todo el mundo en fila india por orden de renta y habrá uno que caiga justo en el medio. Pues bien, si no ingresas la mitad que ése, eres técnicamente pobre

Es sabido que, a diferencia de los malvados, los necios no descansan jamás. Su propia naturaleza los blinda frente al desaliento, ésa es la razón de que resulten infinitamente más peligrosos que los primeros; sobre todo, cuando se les pone un bolígrafo en la mano y rotativas a su disposición.
 
En la prensa de esta mañana, consternación de algunos corresponsales españoles que cubren el congreso del Partido Republicano. Alguien les ha contado, y ellos lo repiten, que nada menos que 36 millones de norteamericanos viven en el umbral de la pobreza. He ahí las consecuencias sociales del liberalismo salvaje, rumia para sus adentros el otro cliente del bar. El buen hombre, alarmado tras espiar por encima de mi hombro esas graves nuevas, por fin se decide a pedirme el periódico. Accedo. Al  instante, todos los elementos de su entorno (el café con leche, el croissant y yo mismo) dejamos de existir. Se enfrasca en una lectura seria, concentrada, compulsiva se podría decir. Sin duda, apura la crónica en busca de direcciones o números de teléfonos para enviar ayuda alimenticia de emergencia a los yankis. O, como mínimo, espera hallar la fecha de una cuestación como las que se hacían con aquellas huchas que llevaban dibujados unos chinitos. Pero nada encuentra. Sólo han pasado dos minutos cuando levanta la cabeza y adivino el desconsuelo en su mirada. “El sitio al que llevar el arroz y las latas de sardinas, seguramente lo anunciarán en el suplemento del domingo”, le comento adelantándome al reproche. El recurso funciona. Después de escucharme, ya más tranquilo, deja unas monedas la barra, me devuelve el diario y se despide.
 
El umbral de la pobreza. Se les ha explicado mil veces y siguen sin entenderlo. Vayamos, pues, a por la mil uno. Pones a todo el mundo en fila india por orden de renta y habrá uno que caiga justo en el medio. Pues bien, si no ingresas la mitad que ése, eres técnicamente pobre. Así de simple. De ahí que hasta la familia Rockefeller tenga su propio umbral de carpantas. Y también de ahí este titular, el que nadie ha escrito hoy: Sólo el doce por ciento de los americanos vive más o menos como usted; son los pobres de allí porque sus familias se arreglan con 19.000 dólares al año.
 
Sí, sé que es inútil. Y que el domingo volverán a publicar otro informe conmovedor sobre los horrores de la América de Bush con el soporte indiscutible de las estadísticas oficiales. Pero tenía que intentarlo.     

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