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Desde el otro lado de la colina

Los objetivos de los asaltantes eran, al mismo tiempo, locales y globales, porque su lucha contra Rusia lo es también contra la civilización judeo-cristiana en su conjunto

De la misma manera que una empresa evalúa los resultados de una campaña de marketing, los máximos responsables de una organización radical estudian los efectos que produce cada uno de sus actos terroristas. En ambos casos las conclusiones adoptadas estarán en la base de la estrategia a seguir en las siguientes campañas. Si queremos entender lo que ha ocurrido en Osetia del Norte, y lo que está sucediendo tanto en Rusia como en Chechenia, tenemos que hacer un esfuerzo de imaginación para ponernos en la piel de los responsables de la matanza de Beslán, situarnos "al otro lado de la colina", en célebre frase del general Arthur Wellesley, duque de Wellington.
 
No sabemos quién es el principal responsable de los recientes atentados, aunque los primeros indicios apuntan a Shamil Basayev, el legendario guerrillero y terrorista que asaltó un hospital en Budyennovsk y tomó 2000 rehenes. No sabemos en qué medida el máximo dirigente de la resistencia chechena, y símbolo de la causa nacional, Aslan Maskhadov, tiene alguna responsabilidad. Él lo ha negado y posiblemente sea así. La información proporcionada por el gobierno ruso sobre la presencia de árabes entre los asaltantes debe ser demostrada. A la vista de la cantidad de mentiras con las que Moscú nos ha tenido entretenidos estos últimos días, debemos ser muy cuidadosos a la hora de dar un dato por sentado.
 
Los objetivos de los asaltantes eran, al mismo tiempo, locales y globales, porque su lucha contra Rusia lo es también contra la civilización judeo-cristiana en su conjunto. La independencia de Chechenia es para los islamistas, como antes la de Afganistán, sólo un frente de una guerra mucho más grande, la que mantienen dos civilizaciones incompatibles. Un Occidente poderoso supone una fuente de contaminación ideológica para su modelo de Islam, su corrupción y, por lo tanto, su decadencia. La revitalización exige su purificación, la vuelta a las esencias, la introspección. El Islam debe debilitar a Occidente como paso previo a su propia regeneración.
 
Se trata de que Rusia recorra en Chechenia el mismo camino que en Afganistán: reconocer que no puede aguantar durante un tiempo indeterminado el coste de la ocupación y, finalmente, aceptar la independencia. La nueva Chechenia no sería sólo una nación liberada del yugo colonial, sino también el símbolo de una nueva victoria del islamismo.
 
En Beslán los terroristas han logrado:
 
1.- Poner en evidencia la permeabilidad de las fronteras rusas, introduciendo hombres y medios.
 
2.- Humillar a las fuerzas de seguridad al secuestrar a más de mil personas e impedir su liberación.
 
3.- Dejar claro que una vez dentro casi nada se puede hacer contra ellos, dada su disposición a suicidarse y provocar una masacre.
 
4.- Atraerse la inquina de la opinión pública, tanto rusa como mundial, por la crueldad de su comportamiento.
 
La reacción del gobierno y de la sociedad rusa ha sido positiva para sus intereses. Aunque se ha producido un efecto de cohesión frente al enemigo común, las críticas contra el gobierno por el comportamiento de las fuerzas de seguridad – tanto al permitir su entrada como en la gestión de la crisis- son importantes. La sociedad empieza a reaccionar ante la acumulación de atentados y el fracaso sistemático de la Administración. Nuevos actos terroristas, de características semejantes, aumentarán la presión sobre Putin. Las críticas desde el resto del mundo carecen de importancia, porque no somos actores y porque, finalmente, también somos el enemigo.
 
Los responsables son conscientes de que Rusia, a diferencia de Estados Unidos, tiene serias dificultades para mejorar su seguridad. Los kilómetros de fronteras son muchos, el dinero escaso y los recursos humanos lamentables, Tras años de dictadura comunista y corrupción, los servicios de seguridad están en un estado penoso, formados por un personal mal adiestrado y, a su vez, corrupto. En el corto plazo, Putin reaccionará en clave de fuerza, alejándose de la ruta hacia la democracia, mermando las libertades y sin apenas ganar en eficacia.
 
Si no cabe esperar una mejora de la eficacia de la seguridad rusa y la opinión pública va a deslizarse, poco a poco, hacia una mayor crítica contra su gobierno por su evidente incompetencia y por su creciente autoritarismo, los terroristas han encontrado una buena veta. La conclusión es evidente: la acción terrorista ha tenido efectos positivos para sus intereses y, por lo tanto, continuarán en la misma línea.

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