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Amando de Miguel

Errores en cabeza propia

Por ejemplo, desamor no es “odio” sino “falta de amor”, que no es lo mismo.

María Jesús Sanz cita una frase mía: “Lo peor es cuando se utilizan a los niños”. Tiene razón doña María Jesús. Es un horror de frase, no ya un error. No solo porque lo correcto sería el verbo en singular: “se utiliza”. Añado ahora que la locución, o como se llame, de “es cuando” suena fatal. Los niños zangolotinos suelen contestar a la petición del profesor para que definan algo: “La temperatura es cuando se calienta una cosa”. Queda vulgar y pueril. Escribiré cien veces la desgraciada frase como castigo a mi nesciencia.
 
José Luis Martín Tordesillas, habitual de esta seccioncilla, se apunta al concurso de neologismos. Reconoce que Ataulfo García le pisó el de homomonio para la nueva institución del matrimonio homosexual. Con todo, don José Luis sugiere que ese término se podría desdoblar en andromonio y ginemonio según el sexo de los contrayentes. Por algo calificaba yo de “fino” a don José Luis, en el sentido de persona aguda o de mente penetrante. Claro que, con los términos mencionados, estamos todavía en la unión de dos personas del mismo sexo. Pero ¿qué hacemos si intervienen más de dos y obtienen el estatuto matrimonial? Muy fácil, polimonio. No debe confundirse con “polinomio”.
 
A veces recibo reconvenciones paternalistas que hilan demasiado fino. Así, José María De Miguel (Salamanca) me dice, cariñoso: “Don Amando: se le ha escapado una hache innecesaria en husos horarios”. No sé a qué hache se refiere. Hora siempre fue con hache. Desde tiempo inmemorial el día se dividió en 24 horas. Por tanto, los meridianos de la Tierra se representan en una malla de 24 husos ─con hache, por la forma alargada─ de 15º cada uno. Así, convencionalmente, cada uno de ellos corresponde a una hora de las 24. Naturalmente, no es lo mismo que referirnos a los usos horarios en el sentido de costumbres. Es evidente que yo me refería a los husos o porciones longitudinales del mapa, de polo a polo, separados por 15º en el ecuador. Don Amando dormita a veces, no siempre.
 
Ramón Trevilla Morciona disiente de mi apreciación de “inamistoso” como “poco amistoso cuando debía serlo más”. En su opinión “inamistoso es la negación de amistoso”. Podemos discutir, pues se trata de un neologismo. La partícula in no siempre quiere decir “lo contrario”; a veces indica “un poco de”. Por ejemplo, incierto puede equivaler a “falso”, pero también a “borroso, impreciso, poco cierto”. Una persona inculta es la que tiene poca cultura, puesto que la negación total es poco pensable. Indefinido es “poco definido”, puesto que “nada definido” estaría próximo a la invisibilidad. Infrecuente es “poco frecuente” más que “nada frecuente”. Ingrávido es que se compensan las direcciones de la fuerza de la gravedad, no tanto “ausencia de gravedad” (que es un imposible). Así podríamos seguir. Algo parecido ocurre con el prefijo des. A veces no equivale a una completa negación. Por ejemplo, desamor no es “odio” sino “falta de amor”, que no es lo mismo. De todas formas, si alguien cree que “inamistoso” es tanto como “hostil”, con su pan se lo coma.
 
 
 

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