En el PSOE han bautizado al presidente extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra con el mote de "Farruquito", no tanto por su similitud con el gran bailaor y execrable ciudadano, como porque si se pone farruco le dura muy poquito el valor. Aunque, por razones de escalafón y antigüedad en la malicia, se atribuya el remoquete a Rubalcaba esto del "Farruquito extremeño" recuerda lo del "socialismo de Puerto Hurraco" con que los Semprunes, Praderas y Aguilares descalificaban al guerrismo como preludio a su eliminación por el felipolanquismo, desde entonces reinante. Ibarra fue el último guerrista y en Extremadura quiso anunciar Guerra que se rendía ante Tigrekán. Pero ya hasta Guerra se ha unido a la ortodoxia zapateril, que se reduce simplemente al viejo sectarismo felipista, y hace de palmero de ZP (como Chaves, según Ibarra) y se dedica a contar chistes bastos a los mineros leoneses como telonero del Jefe, así que poco podía durar la elocuente soflama antinacionalista del Bellotari. Al final, todas las rebeldías del PSOE desembocan, espumean y desaparecen en la SER.
Federico Jiménez Losantos
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Farruquito mansea ante Montilla
Al final, todas las rebeldías del PSOE desembocan, espumean y desaparecen en la SER
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