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Juan Carlos Girauta

Un botón de muestra

Intelectualidad que entiende como injusticia inconcebible que la derecha gobierne alguna vez en España

Ha publicado The New York Times, y luego El País, una cosa de Javier Marías titulada El hilo roto de la continuidad. Satisfecho con el pleonasmo, confiesa el autor haber utilizado la expresión en sus novelas y en la vida real. Aceptémoslo como atenuante y como aviso o recordatorio al mercado americano de que está ante un novelista.
 
Tras prescindible introducción, hacemos escala en “la estrambótica e injustificada e ilegal guerra de Irak” y “las tentativas falaces o patéticas (¿es necesaria la disyuntiva?) de las administraciones de Bush, Blair y Aznar por vincularlas con los atentados”. Y entonces arribamos al 11 M y nos enteramos de que la percepción masiva apuntaba al gobierno de Aznar como “responsable indirecto de la carnicería”. Aquí utiliza Javier Marías –viva refutación del lamarckismo– un tipismo que el público americano agradecerá: Aznar habría agitado en las Azores “un trapo rojo delante del toro: Eh, que estoy aquí para que me embistas”. Hemingway y el bombero torero quedan invocados.
 
Meollo del artículo: el gobierno español mintió tras los atentados. Recurre Marías de nuevo a las “percepciones” como sustituto de la verdad para marcar una distancia intelectual que no sobrevivirá al párrafo siguiente: “...el Gobierno mentiroso...”.
 
Ya casi estamos. Una lección final para los Estados Unidos (en la Casa Blanca se van a enterar): en España “la vida no ha cambiado. No hay más miedo que antes. Tampoco hay menos libertades.” Y para ver si aprenden de una vez: “Aquí no nos sentimos en guerra, porque no lo estamos, como tampoco los Estados Unidos (...) Contra el terrorismo no hay guerra (...) Es sólo otro mal con el que hay que contar”. El broche final del anuncio neoyorquino de Javier Marías es una cita de Cervantes: “Paciencia, y barajar”. No importa que no quiera decir nada, ya hemos colado los toros y el manco de Lepanto.
 
El disparate o artículo es un perfecto botón de muestra de la mezcla de vanidad, torpeza, venalidad, superficialidad, falsedad y autopromoción que caracteriza la actividad pública de los escribientes y cineastas de un régimen apenas interrumpido durante ocho años. Intelectualidad, digamos, que entiende como injusticia inconcebible que la derecha gobierne alguna vez en España. Ayudaron a expulsarla agitando histéricamente dos infundios; ambos aparecen, seis meses después, en el anuncio americano de Marías: el gobierno tuvo responsabilidad en los atentados; el gobierno mintió por interés.
 
Qué importa si la “percepción” del pueblo español es hoy “masivamente” la contraria, si todos hemos visto al PSOE trabando a la Comisión de investigación y al PP reclamando luz y taquígrafos. Nada importa, sólo un entramado de negocios culturales que cabalgan sobre la mentira.
 

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