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Amando de Miguel

Felicitaciones y críticas

 Ya digo que no voy a transmitir aquí las numerosas felicitaciones que recibo por este corralillo de las palabras o por el resto de mi tarea periodística o escritora. Haré una excepción con el saleroso Alfredo Llaquet Alsina, quien se ha sorprendido por lo estupendas que han resultado las tertulias de la COPE en agosto. Hombre, al bajar la presión política, el verano se presta a comentarios muy entretenidos.
 
En cambio, Pilar Ruiz Ortega se ha molestado por los comentarios irónicos que a veces hemos vertido en las tertulias sobre las olimpiadas. Doña Pilar lo atribuye a nuestra ignorancia de “cómo viven, cómo entrenan, cómo estudian” los chicos y chicas que se preparan para deportistas en la Residencia Blume. Pero lo nuestro no es desprecio ni burla, sino que simplemente sacamos punta a todo. Ese es el género de las tertulias. El deporte profesional (no otra cosa es el de las olimpiadas) es digno de ser criticado como cualquier otra actividad pública. Ya de puestos, me gustaría que en la Residencia Blume enseñaran a sus pupilos que el verbo “entrenarse” es reflexivo; es la mejor indicación de que ese ejercicio resulta realmente formativo. No estaría mal tampoco que, en dicha residencia, se enseñara que, mientras suena el himno nacional, el deportista del podio permanecerá en posición de firmes. No es un gesto militar sino de simple buena crianza. Así se observa en los deportistas que proceden de países con escuela, pongo por caso, la democratía checa, como hemos oído que se dice en griego. Maravillosa palabra.
 
Francisco Javier Bernard me critica por lo que yo llamo “latinajo”, la expresión vulgar chupa de dómine. Me asegura que ni siquiera en latín macarrónico, aunque reitero que quiere parecerlo de modo festivo. Es algo así como el invento de suripanta ─que quiere parecer griego─ para designar festivamente a una puta. No sé si tiene ese mismo tono lo que he oído repetidas veces en la televisión durante este verano. No sé qué compañía había hecho una adaptación de “la Carmina Burana”. Los maravillosos cármina (coplas, poemas, cánticos) han quedado reducidos a “la Carmina”, el hipocorístico de Carmen. Suena más familiar.
 
Raúl Felipe Montoya (Colombia) recuerda con nostalgia el año en que fue alumno mío. Se lamenta de que “me echaran de la Universidad”. No me botaron de la Universidad; simplemente durante un tiempo no me nombraron catedrático cuando había ganado la plaza. En realidad, me forzaron a irme de Cataluña, que es peor. Esas y otras peripecias las cuento en uno de mis últimos libros (El final del franquismo, Marcial Pons editor). Precisamente, don Raúl Felipe me dice: “espero que haya seguido escribiendo”. Aunque a veces me censuren algún libro (sí, en plena democracia), he publicado más de ciento. Cuando el diablo no tiene que hacer…
 
A propósito de un comentario sobre “separar el polvo de la paja” que dejó caer una periodista muy conocida, recordé yo que más bien sería “separar el trigo de la paja”. Manuel Caridad me recuerda que es más propio decir “separar el grano de la paja”. Tiene toda la razón. Félix Valdés me afea el mismo error con este gratuito comentario: “Se ve que poco ha ido a la trilla Don [Amando de] Miguel”. Hombre, desde hace mucho tiempo ya no se siega , ni se trilla, ni se limpia. Todo lo hace una cosechadora, la máquina semoviente más grande que se puede ver por esos campos. Pero de niño sí que trillaba o más bien acompañaba a mi padre en el trillo, sentado yo sobre el trillique (taburete que va sobre el trillo). Todavía tengo uno, precioso, que me hizo un artesano de mi pueblo y sobre el que apoyo los pies, a lo Felipe II. Va bien para la circulación. Por otra parte, la operación de separar el grano de la paja no se hacía con la trilla sino a mano con el bieldo o con la máquina limpiadora, accionada a mano, luego ya con motor. El trillo de pedernal simplemente desmenuzaba las espigas, pero luego había que separar el grano de la paja. Para el garbanzo se utilizaba la zaranda o criba. Supongo que don Félix conocerá bien todos los artefactos que cito.
 

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