Hace un mes que el misterioso “Ejército islámico de Irak”, se mofa cínicamente de las autoridades galas y del mundo entero, manteniendo como rehenes a dos periodistas galos y a su chófer intérprete. No son los únicos rehenes, bien sabido es: dos jóvenes italianas que trabajaban para una ONG, de la que curiosamente no se nos da nunca el nombre, hay rehenes británicos, norteamericanos, etcétera, siguen decapitando a camioneros turcos y kurdos, y demás fechorías y atentados sangrientos.
No son los únicos en cometer esos crímenes, pero como no se sabe quienes son exactamente, tampoco se sabe cual es exactamente su responsabilidad. Sus exigencias también varían, y no se sabe muy bien de quien provienen. Exigieron, primero, la abolición de la ley sobre el velo islámico en las escuelas francesas, es posible que al constatar que la rentrée había transcurrido sin disturbios, y sin velo, cambiaron y exigieron 5 millones de dólares de rescate luego lo negaron, a cambio exigieron la liberación de todas las mujeres musulmanas detenidas en Irak, y ahora declaran que, de todas formas, Francia siendo un país antiislámico, cualquier tipo de represalias se justifica, lo cual suena como amenaza grave.
Las autoridades francesas, después de su campaña a bombo y platillo para su liberación, totalmente ineficaz, se han hecho prudentes y cautelosas, se limitan a decir que no es nada seguro que todas las reivindicaciones procedan de los secuestradores, y como no se sabe quienes son estos, todo es posible. Pero lo peor, es que tanto desde el gobierno, como en la prensa, en vez de atacar a los terroristas islámicos, se atacan a los USA, porque al proseguir las operaciones militares pondrían en peligro la vida de sus rehenes. Los franceses, que no están en Irak, que han defendido, cuanto les fue posible, a Sadam Hussein y a su tiranía, pretenden ahora que los norteamericanos se rindan. ¿A quién? Al caos.