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Federico Jiménez Losantos

A Zapatero le gustaba más Sadam

"La llegada de Zapatero al Gobierno de España a través de la lamentable manipulación de la guerra de Irak y de la masacre del 11-M está suponiendo un verdadero baño en las peores aguas liberticidas de la Vieja Izquierda".

Nadie en su sano juicio o con las más elementales nociones de Historia Universal puede creer que la izquierda tiene algún afecto, querencia o simpatía por la libertad. Una parte de la socialdemocracia se desarrolló en abierta oposición al leninismo, pero la simpatía de fondo con la URSS y sus satélites, desde Cuba a Vietnam, sigue presente e incluso en aumento tras la caída del Muro y la inocultable demostración del carácter ruinoso y criminal del socialismo real. Tan real como el Gulag.
 
No obstante, la llegada de Zapatero al Gobierno de España a través de la lamentable manipulación de la guerra de Irak y de la masacre del 11-M está suponiendo un verdadero baño en las peores aguas liberticidas de la Vieja Izquierda. Y en pocos casos se ha visto con mayor nitidez que en los discursos del Presidente socialista ante la ONU y del Presidente interino de Irak, Alaui, ante el Congreso de los USA. Zapatero no vaciló en retirar a nuestras tropas de Irak por cálculo electoral y por irresponsabilidad nacional, porque con ello cedía públicamente ante el terrorismo y rompía nuestra necesaria alianza con los USA y frente a Marruecos. Luego, para compensar o disimular esa deserción ha enviado más tropas a Afganistán, cuya única diferencia con Irak es que padece la presencia de menos terroristas islámicos. Sin embargo, entre toneladas de almíbar retórico, ha seguido reivindicando la traición de España a la Coalición que liquidó el régimen de Sadam como si fuera un timbre de gloria y no un oprobio.
 
Por eso, cuando, dos días después de la alocución zapateril, El Alaui dice que los iraquíes y todo el mundo están mejor sin Sadam, es triste constatar que no, que no es así. A juzgar por los hechos –y no hay mejor elemento de juicio en política– Zapatero, Chirac y Schroeder estaban mejor con Sadam, puesto que no cejan en su encono contra los que intentan erigir sobre las ruinas del régimen genocida un Estado constitucional y aproximadamente civilizado. Es evidente que a ZP le gusta menos Alaui que Sadam. Y en su caso no es sólo por viles intereses económicos o ridículas ambiciones políticas, como en el caso francés, sino porque el odio a Occidente y a la libertad sigue siendo uno de los elementos de identificación y prosperidad electoral de la Izquierda. En eso también vamos para atrás. Como en casi todo.
 

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