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Juan Manuel Rodríguez

García Remón o la insondable pena de entrenar al "mejor club del siglo XX"

Puede que García Remón no tenga el control absoluto de todo, pero igual consigue enderezarle el rumbo a un equipo triste, apático y desorientado. Eso, claro está, si consigue superar la pena

El estadio Santiago Bernabéu reaccionó como era previsible por cualquiera que lo haría (empezando, desde luego, por Camacho) y devoró a sus propios futbolistas, a los de casa, cebándose de forma muy especial y machacona con Roberto Carlos, el futbolista extranjero que más rendimiento ha dado a ese club desde la marcha de Alfredo di Stéfano. ¿Y por qué lo hizo? Al brasileño se le ocurrió decir que el equipo corría demasiado y aquellas manifestaciones suyas fueron interpretadas -yo creo que correctamente- como un misil dirigido hacia la labor del entrenador. Roberto se la devolvió a Camacho quien, poco antes, había acusado también a sus jugadores de vivir del pasado. Otros, como el portugués Luis Figo, eligieron responder a los periodistas eso tan diplomático de "pregúntenle ustedes al entrenador", y la respuesta de éste fue que sobraban las filigranas. Es decir, un auténtico lío.
 
Pero, para que el plebiscito del Bernabéu fuera exacto y supiéramos todos qué piensan realmente los socios del Real Madrid, el sistema correcto sería el siguiente: primero tendrían que haber salido al campo los jugadores, quienes, tras su correspondiente pitada, deberían haber regresado más tarde al túnel de vestuarios. Después tendría que haber salido Florentino Pérez y, por último, José Antonio Camacho. ¿A quién habrían abucheado más los espectadores?... Allí estaban los jugadores, abandonados a su suerte por el entrenador, y también Florentino Pérez; el único que faltaba a la fiesta era precisamente quien se encargó de mandar las invitaciones de su puño y letra el pasado domingo por la noche. Así que Roberto Carlos sirvió como cebo y jugó en el estadio Santiago Bernabéu con un ambiente similar al del Camp Nou de Barcelona. El brasileño ya ha advertido que no volverá a hablar con nadie.
 
Después del partido contra Osasuna, que concluyó con la agónica victoria madridista por un gol a cero, Mariano García Remón desfiló por todas las emisoras de radio repitiendo idéntico lacrimógeno mensaje al del día de su presentación. El "gato" está cada vez más triste y empieza a teñirse de un amenazador azul, como el felino de aquella canción que hiciera famosa el otro Roberto Carlos. Mariano es un alma en pena y no sé, sinceramente, si conseguirá aguantar el auténtico suplicio que debe suponer entrenar al club de fútbol más importante del siglo XX según la FIFA. ¡Ayudémosle entre todos a superar ese trance!
 
Aunque es cierto que el juego del Real Madrid experimentó una ligerísima mejoría. El gato estará todo lo triste y azul que se quiera pero no es idiota y, por eso mismo, cuando acabó el partido, dijo algo tan significativo como lo siguiente: "no voy a darme cabezazos contra la pared"... ¿Y quién sería tan tonto o estaría tan loco como para dárselos adrede?... Puede que García Remón no tenga el control absoluto de todo, pero igual consigue enderezarle el rumbo a un equipo triste, apático y desorientado. Eso, claro está, si consigue superar la pena.

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