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Cristina Losada

El newspeak de la rendición

Los secuestradores de extranjeros en Irak tratan bien a sus cautivos. Hasta que no los degüellan ante las cámaras, no les hacen ningún mal

Hay que acostumbrarse al Newspeak de la rendición. La mayoría nunca se equivoca.
 
Los secuestradores de extranjeros en Irak tratan bien a sus cautivos. Hasta que no los degüellan ante las cámaras, no les hacen ningún mal. Tan sólo los privan de libertad. A diario, en los países civilizados, también se detiene a gente y se la encierra. Por lo que cuentan los rehenes liberados, esos secuestradores son más benévolos que muchos policías de naciones democráticas. Y ello a pesar de que soportan una terrible presión: el país está ocupado por potencias extranjeras, cuyos ejércitos los atacan con armas infinitamente más letales que las que ellos tienen. Por eso se ven obligados a poner bombas y a secuestrar a personas indefensas.
 
Los grupos que secuestran forman parte de la "resistencia" popular a la ocupación, al igual que los que matan a iraquíes "colaboracionistas" y a soldados de las fuerzas invasoras. Se trata de grupos "armados", "militantes", "activistas" o "insurgentes". Cualquier cosa menos terroristas. La agencia Reuters se ha puesto a la vanguardia del Newspeak, al eliminar el término "terrorista" de su vocabulario. Ya fue pionera cuando los famosos atentados del 11-S. Calificar a sus autores de "terroristas", adujo, no añadía nada. Además, colgarles esa etiqueta a grupos como las Brigadas de Al Aqsa, que sólo matan a judíos y a palestinos colaboracionistas, pone en peligro a sus reporteros. Ha habido ya casos desagradables.
 
Otros no aplican la regla a rajatabla. Así, motejan de terroristas a los soldados norteamericanos que mataron al cámara, José Couso. Lo cierto es que pertenecían a un ejército que invadió ilegalmente Irak y cuyos bombardeos causaron la muerte de muchos iraquíes. No viene al caso hacer comparaciones con las víctimas de Sadam o de la Guerra del Golfo. Además, quienes llaman terrorista al ejército norteamericano no corren peligro al hacerlo. Eso zanja la cuestión. Si no supone riesgo, se puede emplear el término "terrorista". O, en su defecto, asesino.
 
El Newspeak ha sido muy bien acogido en los medios del mundo democrático. España se ha distinguido. En las televisiones, ya es habla corriente. Y en muchos periódicos. Los dirigentes más sensatos tratan de que la población no demonice a los rebeldes armados y explican que deben entenderse las causas de sus actos. No está mal que se difunda que los gobiernos pagan rescates por los secuestrados. Las democracias indican así que se avienen a compartir su riqueza con los resistentes, que no dejarán de apreciar la generosidad.
 
Sólo un puñado de medios, y aún demasiados individuos, se resisten a aplicar el Newspeak. No tardarán en recapacitar. Más preocupante es que en los países musulmanes algunos periodistas y profesores hayan empezado a saltarse las normas y a llamar terroristas islámicos a los terroristas islámicos, pese al riesgo que corren. Pero el Newspeak forjará la alianza de civilizaciones y la paz universal, eso que en Oldspeak llamaban apaciguamiento y rendición. El nuevo lenguaje cumple una función esencial, que ya vislumbró Orwell, para el éxito de esos planes redentores: reduce la capacidad de pensar.

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