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EDITORIAL

El vis a vis del 11-M

Por ahora lo único que se puede tener por cierto es que ayer Enrique Rodríguez Galindo salió de la cárcel poco más de cuatro años después de haber ingresado en ella

El día 11 de marzo de este año, a la misma hora en que España entera se encontraba sobrecogida delante del televisor siguiendo la información del mayor atentado de nuestra Historia, dos ex ministros de Interior entraban en el penal de Ocaña para rendir visita a un criminal convicto por dos asesinatos.
 
Lo que bien podría ser el comienzo de una apasionante novela de espionaje, misterio y traición no es más que un fragmento, una de las pequeñas historias que aletearon sobre la tragedia de aquel día de infamia. El diario El Mundo, en la enésima entrega de sus exclusivas sobre el 11-M, ofreció ayer a sus lectores un magnífico reportaje de investigación, una pieza más en el complicado puzzle en que se ha convertido la investigación sobre lo ocurrido antes, durante y después de la trágica mañana de jueves en que la Nación se estremeció ante la barbarie.
 
Según asegura el rotativo madrileño José Barrionuevo y José Luis Corcuera, ambos socialistas, ambos ex ministros de Interior, ambos, en definitiva, condenados por la trama terrorista del GAL, efectuaron una visita al ex general de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo, la misma tarde del 11-M en la prisión donde el antiguo jefe del cuartel de Inchaurrondo cumple una pena de 75 años por el secuestro y asesinato de los etarras Lasa y Zabala.
 
Tanto Corcuera y Barrionuevo como el ex secretario de Estado Rafael Vera, es decir, la "banda de Interior" al completo, suelen efectuar visitas de cortesía a Rodríguez Galindo con cierta frecuencia, al menos, según han confirmado fuentes de la penitenciaría, una vez al mes. Los permisos de visita no los piden con días de anticipación sino horas antes. Esto nos lleva a suponer que, en el día de autos, los dos ex capitostes de la época más negra del ministerio de Interior solicitaron ver a Galindo cuando ya habían estallado las bombas de Atocha. No se quedaron en Madrid. No esperaron a que su partido o el Gobierno les requiriese para el seguimiento de los hechos. Viajaron hasta Ocaña, en la provincia de Toledo, para mantener una enigmática reunión con uno los miembros de la Guardia Civil que más ha manchado el nombre del Instituto Armado, de la Constitución y de todos los ciudadanos de bien que creemos en el imperio de la Ley.
 
No existe, por el momento, conexión conocida entre los que organizaron la mayor banda de terrorismo desde el Estado y la mayor tragedia terrorista de nuestra historia. No existe, pero da que pensar. A fin de cuentas, Félix Hernando, cuya unidad de la Guardia Civil, la UCO, estuvo en contacto permanente con el confidente Rafá Zouhier, fue durante muchos años el hombre de confianza de Rafael Vera, el tercero de la tripleta de Interior, que, como los otros dos, viajaba una vez al mes a Ocaña para ver a Galindo.
 
Por ahora lo único que se puede tener por cierto es que ayer Enrique Rodríguez Galindo salió de la cárcel poco más de cuatro años después de haber ingresado en ella. ¿Ha tenido que ver en su inesperada excarcelación las constantes visitas de la antigua cúpula de Interior? Imposible de afirmar a ciencia cierta pero, como a buen entendedor pocas palabras bastan, un dato quizá despeje muchas dudas: hace tres semanas los tres de Interior y Andrés Casinello, general de la Benemérita, compartieron una mariscada en un restaurante de Madrid. ¿A la salud de quién brindaron?

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