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Lucrecio

Mundo al revés

La evidencia se invirtió en los ojos de la Directora General de Instituciones Penitenciarias. Los funcionarios denunciantes fueron fulminantemente depurados

No es fácil entender la lógica. ¿O lo es quizá demasiado?
 
La Directora General de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, ha recibido el informe sobre lo que está pasando en la salmantina cárcel de Topas. Organizados paramilitarmente, los presos islamistas han tomado el control de la prisión. La biblioteca ha dejado de serlo, para transformarse en mezquita: ¿qué más lógico, al fin, para el fiel musulmán, quien sabe que no hay más libro que el Libro, y que todas las demás simulaciones no son sino cosa de sacrilegio y objeto sólo digno para el fuego? Un imán perturba impunemente el silencio nocturno de los reclusos con los alaridos de ritual, esos que recuerdan al buen siervo del Misericordioso que el tal Alá es la repera de grande. El control del patio es ejercido por un jefe de policía islamista, que cuida de que la normas coránicas no sean infringidas. El entrenamiento militar es practicado, en esas horas de patio, bajo las narices de los funcionarios, sin que nadie parezca tener ya potestad para ponerle freno.
 
La Directora General de Instituciones Penitenciarias, Mercedes Gallizo, tiene a su disposición un instrumento específicamente elaborado para abortar el supuesto que parece haberse consumado en el establecimiento bajo su tutela. No lo inventó el PP. Fue legislado por su propio partido, en los años en que Enrique Múgica era ministro de justicia. Se llama dispersión carcelaria. El PSOE lo concibió para desarticular la resistencia, en los centros de prisión, de un grupo terrorista de corte revolucionario clásico: ETA. Y a ETA se aplicó sin restricciones. Lo que ahora amenaza la seguridad física de los funcionarios es de dimensión bastante más mortífera que ETA: en unos pocos minutos en Madrid, conviene no olvidarlo, los yihadistas produjeron más víctimas que ETA en tres décadas. Si había razón para aplicar el criterio de dispersión en el caso de los terroristas vascos, esa razón se multiplica exponencialmente ante sujetos ligados al terrorismo más masivamente exterminista que ha producido el último medio siglo; y el más política y moralmente reaccionario de la historia moderna.
 
Es una evidencia. Supongo que lo era para los funcionarios que denunciaron el punto insostenible al cual la situación había llegado. La evidencia se invirtió en los ojos de la Directora General de Instituciones Penitenciarias. Los funcionarios denunciantes fueron fulminantemente depurados. Y, con el explícito apoyo del ministro de Interior, Gallizo anunció la puesta en práctica de un trato de privilegio que permitirá a los islamistas en prisión obtener cómodamente su visado de ciudadanía española.
 
Mundo al revés. No es fácil entender su lógica. ¿O lo es quizá demasiado? Pregunten a Moratinos. O a Mohamed.

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