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EDITORIAL

Hipotecas del 11 al 14-M

Lejos de colmar sus fanáticas y totalitarias aspiraciones, no hemos hecho más que fortalecer, todavía más, su convicción de que las matanzas son un medio exitoso de conseguir sus objetivos

De la noticia de las detenciones ordenadas por el juez Garzón, que han impedido que se llegara a producir una nueva matanza en Madrid, cabe destacar, en primer lugar, que el final del terrorismo islamista —como el de cualquier otro— no se consigue por vías de apaciguamiento como se figuran quienes creen que nuestro alineamiento con Bush en las Azores fue la causa de la masacre del 11-M.
 
Los nazis dedicaron muchos elogios a Chamberlain y Deladier por su "voluntad de dialogo y de paz" cuando decidieron no plantar cara a Hitler en Múnich. Sin embargo, ya vimos que "el deshonor no impidió la guerra". Los terroristas islamistas también han elogiado a Zapatero por dejar en la estacada a los países aliados que los combaten en Irak, pero a la vista está, como era previsible, que tan irresponsable como popular gesto de apaciguamiento hacia el terror de nada serviría —todo lo contrario— para que los islamistas excluyeran a España en su mapa de operaciones contra ese mundo libre que ellos odian como símbolo de la Cristiandad. La intervención militar en Afganistán y en Irak podrá ser para muchos una respuesta equivocada al terrorismo islámico, pero lo que no pudo ser en absoluto es su causa. Ni ahora, ni tampoco entonces.
 
Los terroristas han celebrado, lógicamente, la retirada de nuestras tropas de Irak, pero eso, lejos de colmar sus fanáticas y totalitarias aspiraciones, no ha hecho más que fortalecer, todavía más, su convicción de que las matanzas son un medio exitoso de conseguir sus objetivos. En su mentalidad, nuestra retirada de Irak no es considerada más que como un aliciente para proseguir en su "bendita Yihad y resistencia", no sólo contra el resto de los aliados, sino también contra esta España que ahora preside ZP y que para ellos sigue siendo un Al Andalus apestada de infieles.
 
Precisamente por eso, la infame irresponsabilidad histórica que José Luis Rodríguez Zapatero asumió ante la Historia occidental por el comportamiento de su partido y de su gobierno, tanto después del 11-M como después del 14-M, no tiene parangón con las que pudieron llevar a cabo ningún anterior dirigente de nuestra democracia. A los ojos de un terrorista, el presidente de un Gobierno —o el aspirante a serlo— debe parecerse a un león al que hay que matar, y no a un ratoncillo al que se le puede enjaular.
 
De la escalofriante noticia que nos ocupa, tampoco debemos dejar de señalar hechos más concretos, como son que uno de los islamistas contactó con ETA para disponer de los explosivos para cometer la nueva masacre, un dato más a los muchos que se van amontonando contra la irresponsable actitud del ministro del Interior y de todos aquellos que se niegan de raíz a que existiera una colaboración de ETA en la anterior y consumada matanza del 11-M.
 
Finalmente, la noticia de que Garzón ha ordenado aislar e interrogar a uno de los presos islamistas de la prisión de Topas —donde etarras e islamistas celebraron el 11-M y donde funcionarios de prisiones han denunciado que operan grupos islamistas perfectamente organizados— es una razón más para pedir el cese inmediato de Mercedes Gallizo. Como recordarán, la nueva directora General de Instituciones Penitenciarias no sólo negó los hechos sino que arremetió contra los "xenófobos" que lo habían denunciado...

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