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El neo-no alineamiento

el PSOE parece estar buscando una nueva equidistancia entre los países ricos y los países pobres, entre los países democráticos y los regímenes autoritarios y totalitarios

Cuando el PSOE llegó al poder por primera vez en 1982 no tenía definida la posición de España en el mundo. Una mayoría del Partido se situaba entonces en el movimiento de los no alineados, es decir, en una posición de equidistancia entre las dos grandes potencias que entonces se disputaban la hegemonía mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero el pragmatismo de los Gobiernos de Felipe González fue modificando esa posición inicial hacia un anclaje cada vez más fuerte en Occidente que culminó con nuestra definitiva permanencia en la OTAN.
 
Ese anclaje con el mundo occidental es lo que parece estar de nuevo en juego con la inesperada llegada del PSOE de Zapatero al poder. La situación del mundo ha evolucionado lo suficiente en las últimas dos décadas como para hacer imposible esa posición de no alineación ante un conflicto, la Guerra Fría, que fue felizmente superado con el colapso del Imperio Soviético. Pero el PSOE parece estar buscando una nueva equidistancia entre los países ricos y los países pobres, entre los países democráticos y los regímenes autoritarios y totalitarios, entre Estados Unidos y aquellos que se declaran sus enemigos o pretenden al menos acabar con su actual hegemonía.
 
Este neo-no alineamiento define mejor la actuación del Gobierno en muchos foros internacionales y explica mejor nuestra posición ante las nuevas crisis internacionales que el mero aislamiento, aunque en ocasiones esa posición de neutralidad conduzca a la inacción y al retraimiento en política exterior.
 
El resultado de esta política de no alineamiento puede resultar catastrófica para nuestro país. España puede perder su definición inequívoca como aliado y socio no solo para Estados Unidos sino para otras potencias occidentales como Australia o Japón e incluso dentro de la misma Europa. Una posición que se ha conquistado tras veinticinco años de democracia y por la que han trabajado Gobiernos de diferentes partidos.
 
No obstante, hay que reconocer que el Gobierno de Zapatero no está completamente sólo en este viraje. Así, dentro de la Unión, hay países como Francia que aspira precisamente a liderar en todo el mundo el bloque de los descontentos con el orden unipolar actual. La nueva posición de España, más extrema y desinhibida aún que la francesa, puede inclinar a la UE en su conjunto hacia una posición más próxima al no alineamiento que la mantenida en los últimos cincuenta años. Sin embargo, ese escenario parece aún más difícil con la reciente incorporación de los nuevos socios del Este y con los cambios de Gobierno que puedan producirse en países como Alemania o la propia Francia. Entonces Zapatero puede pasar del no alineamiento al espléndido asilamiento.
 
GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

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