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Amando de Miguel

Significados

Pedro Dobao me hace una consulta muy difícil. Quiere saber el significado de correveras, palabra que, según él, aparece en el Quijote. Quizá quiera decir correverás, un juguete mecánico antiguo. Pero, que yo sepa, es una voz que no está en el Quijote ni en ninguna otra obra de Cervantes. También me pide don Pedro que le aclara la distinción entre antropófago y caníbal. La palabra clásica es antropófago, literalmente en griego, “que come carne humana”. Luego, los españoles descubrieron en las Antillas una tribu los caríbales o caníbales que eran antropófagos. Quedó lo de caníbal como sinónimo. Por otra parte, en contra de la leyenda, no hay evidencia de sociedades en las que se coma carne humana de forma usual, rutinaria, como cualquier otro alimento. La antropofagia es bastante común en los pueblos primitivos, pero siempre como un acto ritual, sagrado incluso.
 
Juan Díaz (Gran Canaria) se pregunta cómo hay que decir: Sudamérica o Suramérica. Pues como le pete. En castellano es mejor “Suramérica” o “Suráfrica”. Las versiones Sudamérica o Sudáfrica proceden seguramente del alemán, pero no hay por qué seguir esa tradición. Ahora bien, Suráfrica es un Estado y sus límites están muy claros. Pero ¿dónde empieza y termina Suramérica? ¿Incluye Panamá y las Antillas? ¿México sería Norteamérica? Un lío.
 
Antonio García (Salamanca) quiere saber si el superlativo de “pobre” es “paupérrimo” o “pobrísimo”. Los dos valen. “Paupérrimo” es un cultismo, está bien para escritos más o menos literarios. “Pobrísimo” es como lo dice el pueblo llano y bien dicho está. Un caso parecido es el superlativo de “bueno”, que en lenguaje culto es “óptimo”, pero vale también “bonísimo” y, todavía mejor, “buenísimo”. Está por ver que, ante un apetitoso plato de cocochas, uno diga que son “óptimas”, cuando realmente están “buenísimas”. Otra duda de don Antonio es si se dice “ucraniano” o “ucranio”, sea referente al pueblo o al idioma. Yo me quedo con “ucraniano”. No sabría decir por qué.
 
Salvador Fontán se pregunta qué quería decir el presidente Ibarreche con lo de “no esconder la patita”, como conducta reprensible por parte del Gobierno de la nación en el asunto de los astilleros. Dice don Salvador que quizá se refiera a la conducta de los avestruces. Más bien sería de las grullas, y otras aves acuáticas, que se apoyan sobre una pata. Francamente, ignoro el sentido de la expresión en el lenguaje de Ibarreche. ¿No querría decir [tirar la piedra y] “esconder la mano”? No se me alcanza.
 
J. Daniel López Salazor (Valladolid) quiere jugar al bonito pasatiempo de los crucigramas. Me pide que le diga el verbo que significa “hacer planear a saltos una piedra plana sobre la superficie de una lámina de agua”. Tengo en la punta de la lengua un verbo que se empleaba cuando yo era chico, pero, nada, no se me ocurre. Cuelgo aquí la consulta por ver si algún lector curioso se apiada de nosotros y nos satisface esa apetencia de palabra.
 
Enrique Borrajeros Gallego (Madrid) me plantea la diferencia entre convidar e invitar. Para ese fino comunicante, convidar está más arraigado en Andalucía y supone “rascarse el bolsillo” para una acción más informal. Para mí que las dos palabras vienen del latín y son rigurosamente intercambiables. Si acaso, convidar se dirige más a que el ofrecimiento sea de comer o beber. En cambio, invitar se adapta mejor a cualquier otro acto placentero. Pero en ambos casos se trata de algo generoso, económicamente valorable, por parte de quien invita o convida. Se supone, además, que se trata de compartir algo, sea una merienda, un viaje, la casa, o cualquier otra circunstancia agradable. Me pega que la fórmula de invitar se utiliza cada vez más.
 
Ya de puestos, don Enrique me obliga a tener que elegir entre “actualizar a la tasa de inflación” o “actualizar con la tasa de inflación”. Me suena más “actualizar a”.
 

Por último, don Enrique quiere saber si los apellidos que se refieren a un gentilicio (como Gallego, Aragonés, etc.) revelan una posible ascendencia judía. Es cierto que muchas familias judías en España llevan apellidos que son gentilicios, pero la correspondencia no es total. Hay otros indicios: los nombres del Antiguo  Testamento, los apellidos de oficios. Lo de la sangre judía está muy mezclada en España, por fortuna. Lo nuestro es el mestizaje.

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