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Jorge Vilches

¿Quién mintió?

Los socialistas hicieron creer a los españoles que un cambio de gobierno libraría al país del terrorismo islamista

"Los españoles no merecen un gobierno que les miente", dijo Rubalcaba en el día de reflexión, aquel 13-M que, ahora, nos quieren hacer creer que fue un movimiento espontáneo, una desafortunada ensoñación. El PP, decía el PSOE y sus corifeos periodísticos, mentía al señalar a ETA, y no a Al Qaeda. Porque la guerra de Irak había encorajinado tanto a los musulmanes que el terrorismo originado por EE.UU. se había desatado en el centro de España. La solución era echar al PP, traer las tropas embarcadas en la guerra de Bush, y estrechar la tradicional amistad con el mundo árabe. Ya. Pero a la luz de lo que se está descubriendo por la prensa y la Audiencia Nacional, ¿quién mintió?
 
Los socialistas hicieron creer a los españoles que un cambio de gobierno libraría al país del terrorismo islamista. Que atender a las "causas" del terror, a sus motivaciones, a las provocaciones occidentales, como la presencia de las tropas en Irak, iba a desembarazarnos de esta pesadilla. Pero mintieron. Mintieron porque sabían que el terrorismo de Al Qaeda y sus franquicias en Europa no se detienen por el turno entre partidos en las democracias occidentales. Conocían que este terror sólo busca el exterminio de Occidente, derribar los obstáculos que se le interponen en su misión: conquistar el planeta para el Islam. Es más, indujeron a pensar a los españoles que el islamismo violento estaba dormido hasta que EE.UU. lo despertó, y que la retirada de las tropas españolas lograría el bálsamo de la "alianza de civilizaciones", esa pamplinera tabla de salvación. Pero los islamistas, como se ha demostrado, piensan en Afganistán y Al Andalus.
 
También mienten cuando se desgañitan, y sus corifeos se enronquecen, negando la relación entre los grupos terroristas, entre ETA y los "Mártires por Marruecos". Y ahora juran y se hacen cruces laicas, diciendo que las pruebas que relacionan a las dos bandas son "relativas", que los socialistas y su comparsa periodística nunca dijeron que la guerra de Irak había provocado el atentado del 11-M, que jamás gritaron en la calle aquello de "¡Las bombas de Bagdad, estallan en Madrid!".
 
Las sonrisas de Zapatero, la retirada de las tropas y el alejamiento de EE.UU han sido en vano, no nos han librado del terrorismo islamista, no era verdad, sino que nos han hecho más vulnerables. Han mostrado la debilidad de un gobierno –no quiero pensar en la de un país- que lleva a pensar, como le escribió un etarra a otro, que si los islamistas quisieran "España saldría corriendo de Ceuta y Melilla".
 
Es un gobierno que se guía por un sentido progresista de la cuestión, anticuado e inútil, que les separa de la compresión de la envergadura del problema. Y así, con esta mentalidad, Zapatero ha colocado a una Directora de Prisiones, Gallizo, que no ve con preocupación que los islamistas conviertan las cárceles españolas en campos de entrenamiento para transformar rateros en terroristas, y que cree que no hay delincuentes, sino "gente que comete delitos", como Henry Parot y Harriet Iragi, con condenas de 3.000 años de prisión. Sí, esos etarras cuyos nombres estaban en la agenda de Abdelkrim Beresmanail, uno de los detenidos por Garzón.
 
Y ahora que tenemos el problema inoculado, oculto en cárceles, barrios, restaurantes, locutorios, invernaderos almerienses, mezquitas, becarios como "el tunecino", ¿qué hace el gobierno de Zapatero? Prepara una partida presupuestaria para de los imanes y va a permitir la financiación pública de Batasuna. Es, desde luego, para no dormir tranquilo.

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