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José García Domínguez

Vera y Fray Bellota, contra Einstein

Asegura Fray Bellota llevar guardado en el bolsillo de la sotana un papelito con el nombre de un asesino

Asegura Fray Bellota llevar guardado en el bolsillo de la sotana un papelito con el nombre de un asesino. Aunque nadie en el PSOE manifiesta curiosidad por conocer las señas de tal alimaña. Nadie; ni siquiera Felipe González Márquez se muestra interesado en el secreto de confesión que esconde bajo su sayo el capellán de Galindo. El hijo de Alá Abdelkrim Beresmail asimismo adorna su chilaba con otra faltriquera. E igual que el arcipreste de Badajoz, aloja allí una hojita. En la suya aparecen garabateados los apellidos de dos criminales más. Pues tampoco dirigente alguno del PSOE desea averiguar qué hace un camellero de la caravana del sur con las tarjetas de visita de los porteadores de la caravana del norte. Ninguno. "¡No queremos saber!", gritan todos a coro a las puertas de Ferraz.
 
Ese asunto de las papeletas cruzadas no debe ser baladí. Porque ya los matemáticos que estudiaran el "efecto mariposa" observaron que el aleteo de un coleóptero en Borneo es capaz provocar un huracán en la Moncloa. De ahí que gracias a esa ciencia abstracta se haya identificado al almuecín que convertirá en estrellas de Los 40 Principales a los coros y danzas de la Eta. Y es que en el álgebra del Universo, absolutamente todas las casualidades obedecen a la estricta lógica de algún orden oculto.
 
Por eso, Einstein repetía sin cesar que Dios no juega a los dados, aunque Fray Bellota discrepara de él. Tal vez sea por creerse de letras, pero nuestro monje aún mantiene en el azar la fe ciega del carbonero. Así, por azar juró y perjuró que la caravana de Cuenca no era cosa de la Eta. Y por azar "sabe" ahora que la otra caravana, la de Atocha, tampoco lo fue. Al Igual que el frailecillo perjuro, Rafael Vera, el gerente de La Repartidora, aquella mutua que no guardaba libros de contabilidad, también rinde culto a la casualidad. A ella atribuye que sus antiguos subordinados en la Seguridad del Estado deviniesen incapaces de neutralizar a cuatro pelanas sitiados por un ejército de confidentes. Como a la suerte asigna que su partido ganara las elecciones, y así haber podido convertir en "acto político" su petición de indulto.
 
Por el contrario, los físicos, igual que los matemáticos, no creen en labaraka. Aunque aquellos que estudian los llamados "sistemas complejos" –ésos en los que causas y efectos interactúan y se confunden entre sí– sostienen que adoptan de repente sendas de evolución impredecibles, que modificaciones insignificantes provocan alteraciones radicales en su conducta. En esos casos –dicen– puede desencadenarse lo inimaginable. Cuando identifican un proceso que sigue esas pautas, se refieren a él diciendo que está "en el límite del caos". Son los instantes en que los Vera, los Fray Bellota y los Abdelkrim de la Naturaleza enseñan a la vez todos sus papeles. A veces sucede. Hasta en el mundo inanimado. Pero nunca es por azar.

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