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Jorge Bolaños

Insurrección democrática

Hago un llamado a la insurrección democrática para que a través del voto decidamos si queremos la Nicaragua que representa Enrique Bolaños, la que representa Daniel Ortega o la que representa Arnoldo Alemán

En Nicaragua, los poderes del Estado están secuestrados por el pacto de las fuerzas políticas que responden a los intereses de sus caudillos y no a los intereses del pueblo o del mandato para el cual fueron elegidos. La última versión de los chantajes del pacto amenaza destituir al Presidente Enrique Bolaños y pasar la banda presidencial al Vicepresidente José Rizo. Bolaños siempre ha mantenido: "yo solamente pacto con el pueblo". No ha querido pactar con los poderes del Estado y por eso la actual crisis constitucional.
 
A diario se insiste sobre la importancia de preservar a toda costa el Estado de Derecho, el orden constitucional, la institucionalidad democrática. Pero en Nicaragua el Estado de Derecho se confunde con el derecho del estado, o sea, el derecho de quienes ocupan los escaños del poder. ¿Es eso estado de derecho o más bien se trata de que quienes ocupan los cargos quieren preservar su derecho a seguir impunemente violando los preceptos bajo los cuales fueron elegidos?
 
Como nicaragüense me pregunto, ¿para qué Estado de Derecho? ¿Para darle el derecho al estado? Y el pueblo ¿qué? El pueblo parece no importar. Si el orden constitucional que hay que preservar es el derecho de los poderes del estado, entonces lo mejor sí sería pasarle la banda presidencial al Vicepresidente Rizo.
 
El 7 de noviembre, los nicaragüenses acudiremos a las urnas para elegir a nuestros gobiernos municipales, donde cada uno vota por el mejor candidato según las necesidades locales y menos importa la afiliación política del candidato que su cercanía a la comunidad. Aprovechemos esa ocasión para decidir también con nuestro voto cómo destrabar la composición del pacto en el gobierno central representado en la Presidencia y la Asamblea Nacional. Fácilmente se puede añadir una boleta adicional para que en cada junta receptora de votos se decida sobre este asunto de vital interés nacional. Claro que aquellos pertenecientes a las cúpulas del poder son los menos interesados en la opinión del pueblo y quieren mantener sus cargos a toda costa. Incluso, el último llamado a un supuesto diálogo de reconciliación es realmente a un diálogo sólo entre los poderes del estado, entre los elegidos. No se trata del llamado a un diálogo entre los poderes del estado con su pueblo constituyente. De nuevo, la opinión del pueblo no importa mucho.
 
A Juan Pobre, esta elección municipal le cuesta 10 dólares por barba, o sea, el equivalente de 5 días de trabajo más el día que también usa haciendo fila para votar, o sea, el equivalente de una semana de trabajo. Pero es precisamente ese día cuando el pueblo, como dueño de esta empresa que se llama Nicaragua, lo debe aprovechar para hacerse oír y destituir a quienes no convenga mantener en sus cargos directivos. Ese es el día cuando quienes ocupan los escaños del poder deben escuchar la opinión de su pueblo, a través del voto. Aquí se puede redefinir, con el voto popular, la composición política de la Asamblea Nacional y así proceder a funcionar armónicamente bajo el mandato de la voluntad del pueblo. De todas maneras, en apenas dos años, tendremos nuevas elecciones nacionales para elegir otra nueva representación.
 
No hay nada más urgente que decidir el 7 de noviembre y nosotros mismos, los nicaragüenses, debemos decidir sobre la Nicaragua en la queremos vivir y no la Nicaragua que quieren quienes mantienen secuestrados los "poderes del estado". Podemos votar al pacto fuera del gobierno de una manera limpia y profunda. Depende de nosotros y de nadie más que de nosotros.
 
Hago un llamado a la insurrección democrática para que a través del voto decidamos si queremos la Nicaragua que representa Enrique Bolaños, la que representa Daniel Ortega o la que representa Arnoldo Alemán. Y con ese voto libre y popular, como expresión de la voluntad soberana del pueblo, redefinir democráticamente el pacto que domina los poderes del gobierno central. La soberanía no se discute, se defiende. Es el pueblo quien debe decidir en Nicaragua. Si no es así, ¿para qué Estado de Derecho? ¿Para qué democracia?
 
© AIPE
 
Jorge Bolaños, asesor del Presidente de Nicaragua, Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA)

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